JUN. 05 2020 JOPUNTUA Harrera behar dute Alvaro Reizabal Abogado Estaba ante el ordenador tratando de juntar las letras para el artículo de esta semana, dando vueltas a todas las circunstancias extrañas que nos está tocando vivir en este 2020 que iba para olímpico y no va a ser ni eso. Que si desescaladas, fases, qué se puede hacer y qué no y cuando, y en qué horario. En la playa se podrá mojar un pie, pero no el otro, y ojo con estar tumbado que es una irresponsabilidad. No al botellón, pero sí a las terrazas del tamaño de dos campos de fútbol atestadas de gente. Y nosotros, ¿por dónde pasamos? Pues si estorbas a la terraza no pases, gilipollas, que hay que reactivar la economía. Y votar, lo que toca ahora es votar, la Gran Fiesta de la Democracia. Decíamos hace unos días que para votar por correo había que ir dos días a la estafeta, pero ya lo han solucionado: todo lo harán los carteros, a quienes han ascendido a la categoría de fedatarios públicos y darán fe de la identidad del votante por correo pero, eso sí, sin equiparación salarial con los notarios. Y en esas estábamos, cuando suena el timbre y se abre la caja de las emociones. ¿Treinta años sin vernos? O más, vete a saber, que el tiempo se pasa volando. Este mozo que ves tenía cuatro años y ya es padre por partida doble. Y así van saliendo las pequeñas historias de nuestras vidas. Más, por supuesto, las de su azarosa existencia plagada de lucha, exilio, confinamiento y cárcel de postre, pero con suerte, que no ha llegado a cumplir los veinte años; «solo» diecinueve y pico. ¿Y ahora, qué? Pues el cielo y la tierra, como tantos y tantos otros y otras que dejaron su vida en pos de un ideal y ahora no tienen ni cotizaciones para poder cobrar una pensión, por pequeña que sea, cuando les llegue el momento cada vez más cercano de la jubilación. El chequeo médico conocido como «cacheo» en el argot, para ver las secuelas de tan apaleada vida y la rehabilitación necesaria para la vida en libertad, si es que libertad puede llamarse a esto. Y para todo esto la colaboración inestimable de Harrera, que les ayuda en el aterrizaje. Ongi etorriak! No al botellón, pero sí a las terrazas del tamaño de dos campos de fútbol atestadas de gente. Y nosotros, ¿por dónde pasamos? Pues si estorbas a la terraza no pases, gilipollas, que hay que reactivar la economía