JUN. 13 2020 JO PUNTUA Hola, soy el Diablo y quiero destruir España Floren Aoiz @elomendia Esta vez me han pillado. Mis perversas hazañas no podían seguir más tiempo ocultas ante ojos tan perspicaces como los del exministro de Interior del Reino de España, Jorge Fernández Díaz, y el expapa Benedicto XVI. Ha sido un largo camino, desde que llevé a los mahometanos a cruzar el estrecho para acabar con España, esa obra suprema de Dios, mi archienemigo. Fui peste negra, fui guerra civil, fui Portugal resistiendo, fui judío, morisco sublevado en las Alpujarras, bruja en Zugarramurdi, protestante en Valladolid, bandolero en Sierra Morena, matxino en Bizkaia, resistí en Almansa y en el Born, hablé al oído a Bolivar y San Martín, me hacía pasar por santo ante Zumalakarregi, fui republicano en Eibar un 14 de abril, encendí Asturies, alenté a la Pasionaria, inspire amores prohibidos, prendí iglesias, guardé viejas lenguas perseguidas, pasé libros de contrabando por mares y cordilleras, fui maquis, gracias a mí aquellos estudiantes vascos decidieron tomar las armas, por mí se reunieron en las plazas un 15 de mayo y llenaron las calles una y otra vez huestes procesistas en Catalunya. Soy feminista, por supuesto, y ahora ando detrás de mi gran sueño, un gobierno rojomasónico en Madrid, entregado a los separatistas, pero viendo los mimbres me va a costar... Sí, quiero destruir España y lo voy a conseguir. Me asusté un poco cuando el antiguo ministro –bueno, antiguo, en general– dijo que el expapa le había dado unos consejos. Ya la hemos jodido, pensé: la Iglesia lleva muchísimo tiempo perfeccionando su estrategia defensiva. Pero, ¡vaya consejos de mierda! Según estos estrategas de sacristía, me van a parar con humildad, oración, sufrimiento y devoción a la Virgen. Del sufrimiento me encargo yo, no empecemos con intrusismos. Lo de la humildad no se lo creen ni hartos de vino de misa. Y a estas alturas podéis haceros una idea de lo que me afectan las devociones y las oraciones... Ha sido un largo camino, desde que llevé a los mahometanos a cruzar el estrecho para acabar con España, esa obra suprema de Dios, mi archienemigo