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AZKEN PUNTUA

De exportación


Eric Zemmour, uno de los filósofos de cabecera de la derecha extrema considera que estamos viviendo una «guerra racial importada por nuestras élites y por nuestras banlieues», esos arrabales construidos a base de la inmigración, mucha de ella Africana, cuya mano de obra posibilitó la emergencia de la actual sociedad de bienestar y de consumo, y que ahora alimentan las manifestaciones antirracistas que colocan a París en los noticiarios de medio mundo. Es como si, prosigue Zemmour, todos los negros de Francia descendieran de esclavos americanos y todos los blancos lo hicieran de colonos esclavistas. Este es el discurso irónico que se construye frente a obstinada realidad, que no es otra que la de una sociedad profundamente marcada por su pasado colonial y en la que no ser blanco es un obstáculo que cierra puertas y merma oportunidades. Hoy Zemmour y otros supremacistas blancos lloran al nonagenario Jean Raspail, explorador del fin del mundo, escritor y uno de los teóricos del «gran reemplazo», pensamiento según el cual la raza blanca desaparecerá de Europa si no se le pone remedio. El autor del polémico “El desembarco” viajó mucho por el mundo y, sin embargo, eso no curó su racismo ni el nacionalismo jacobino e imperialista que ya llevaba de serie. Por ello Zemmour debería saber que la guerra racial ni es de ahora ni es de importación. Al contrario, es vieja y de exportación.