Desclasificados

No sé si alguien pensó, en algún momento, que confirmar la identidad del Sr. X levantaría una polvareda en la democrática sociedad española. Bien, pues llegado el caso, la propuesta de crear una comisión para investigar a Felipe González no ha sido recibida con demasiado entusiasmo y lo único que ha levantado ha sido una ola de incomodidad que cada cual ha tratado de sacudirse como ha podido. Unos, como quién se quita de encima un mosquito zumbón; otros, como si les hubiese picado la avispa asiática.

Decía el Sr. Echenique –de los del mosquito zumbón, a tenor de sus deplorables manifestaciones primero y de sus más deplorables justificaciones después–, que para qué distraerse e investigar si, total, todos sabemos lo que pasó. Si, lo sabíamos, pero ahora lo sabemos mejor. Por los intentos de blanquear lo más negro, de excusar lo injustificable, de cerrar filas para apuntalar la impunidad. Por mostrarnos de manera tan inequívoca que los cimientos en los que quieren asentar la justicia, la verdad y la memoria, son frágiles, tienen unas cuantas grietas y demasiadas cloacas. Por la indiferencia y el desprecio que están demostrando a las víctimas del GAL.

Todos sabíamos lo que pasó, ahora lo sabemos mejor; no porque la CIA haya desclasificado papeles, sino por todos los que se han desclasificado a sí mismos.