La del martes fue una velada emocionante en Urnieta. En el Centro Sarobe, a escasos metros de donde vivieron durante tantos años Xabier Lete y Lourdes Iriondo, varios amigos suyos le dedicaron un recuerdo, sencillo pero sentido, al poeta y cantante vasco en el décimo aniversario de su fallecimiento. Estos homenajes suelen ser difíciles, pero los implicados encontraron una fórmula muy equilibrada en la que los recuerdos de Antton Valverde, su compositor, y Joxan Goikoetxea, que lo acompañó tantas veces al acordeón, se mezclaron con las palabras del propio Lete, recogidas en grabaciones de antiguos conciertos en los que él mismo presentaba las canciones que luego escucharíamos en directo. La voz de Lete, con su característico buen humor, ayudó además a que la velada no se cargase demasiado por las emociones.   

En la selección que realizaron Valverde y compañía no estaban los temas más famosos de Lete, pero sí algunas muy representativos de lo que le gustaba a él y lo que pensaba en torno a la música. Así, junto con “Neguaren zai” o “Nafarroako azken erreginak Donapaleun”, el grupo tocó también un lied de Schubert, al que Lete cambió la letra por otra en euskara; o una versión distinta de “Izarren hautsa”, ya que a Lete, al parecer, le gustaba más la suya propia que la de Laboa. Hubo también espacio para las músicas populares de Ipar Euskal Herria, que Lete adoraba, con la interpretación de “Xoritua norat hua”, y sobre todo una muestra de la colaboración entre Lete y Valverde, autor de la música de la mayoría de los temas. 

Los cuatro músicos funcionaron bien en conjunto: Valverde con su naturalidad al cantar y Goikoetxea con su preciosismo sonoro al acordeón,  y el violinista Francisco Herrero y la soprano Klara Mendizabal añadiendo un componente clásico a los arreglos, algo que sentó muy bien a unos temas que ya de por sí beben profusamente de la música clásica. Unos reiterados problemas con el sistema de sonido fueron lo único que empañó un poco el homenaje.