Anjel Ordoñez
Periodista
JOPUNTUA

Demagogia y discordia

Es cierto que hay ya decenas de personas luchando por su vida en las unidades de cuidados intensivos de los hospitales vascos. Desgraciadamente. Es cierto que algunas personas no se toman lo suficientemente en serio la necesidad de limitar y controlar las relaciones sociales durante el tiempo que dure esta locura que ha puesto a la civilización contra las cuerdas. Desafortunadamente.

Pero de ahí a afirmar que «hay más de 40 personas luchando contra la muerte porque probablemente alguien ha estado de copas o en una reunión familiar» hay un trecho que nadie, y mucho menos un responsable institucional, debería recorrer. Entiendo la motivación de esas palabras de Nekane Murga, comprendo que en su ánimo está hacer calar en la población vasca la imperiosa obligación colectiva de proteger a los más expuestos por la enfermedad. Pero, insisto, no a costa de sembrar a los cuatro vientos la semilla de la discordia. Asegurar que quien ha mantenido una reunión familiar en parámetros no ajustados a lo que dicta la emergencia sanitaria es el potencial causante de la muerte de una persona es, primero, imprudente. Porque puede alentar enfrentamientos sociales y actitudes poco reflexivas como las que ya se vivieron durante el confinamiento.

Y segundo, supone desviar de forma artera el foco de la atención sobre el abanico de responsabilidades en la crisis que afrontamos. ¿O es que el Gobierno al que pertenece Nekane Murga no tiene ninguna responsabilidad en la elevación de la curva, porque, por ejemplo, no disponemos de suficientes medios para rastrear los contagios, o para realizar pruebas en lapsos de tiempo más reducidos, o para atender a los enfermos en una red primaria a menudo demasiado cerca del colapso por la falta de personal?

Entonces... ¿acaso todo esto me faculta a mí o a cualquier ciudadano para afirmar que hay más de 40 personas luchando contra la muerte porque Nekane Murga no ha cumplido con sus obligaciones? No. La respuesta es no. Porque la demagogia nunca es la respuesta, y porque no conviene perder los papeles cuando lo que está en juego es la salud e incluso la vida de las personas.