SEP. 05 2020 EL PRESO DE BILBO APARECE MUERTO EN MARTUTENE La política carcelaria se cobra una nueva víctima: Igor González Sola Igor González Sola, vecino de Bilbo de 47 años de edad, es la última víctima de la política penitenciaria que se aplica a los presos y presas vascas. En prisión pese a haber cumplido tres cuartas partes de la condena y hallarse enfermo, apareció muerto anoche en Martutene. Convocadas concentraciones mañana a mediodía en Bilbo y Baiona. Iker BIZKARGUENAGA BILBO Una noticia procedente de las cárceles volvió a sacudir ayer a este país, la muerte de un preso vasco volvió a alterar una normalidad que no es tal, ni nueva ni vieja, ni con pandemia ni sin ella, y que no lo será mientras no se solucione la situación de las personas que permanecen presas a causa de un conflicto que este pueblo desea superar y otros insisten en perpetuar. El fallecido es Igor González Sola, vecino de Bilbo de 47 años de edad, que llevaba encarcelado más de quince años y que había cumplido las tres cuartas partes de su condena el pasado mes de marzo. Debía estar libre, por tanto, a nada que las autoridades penitenciarias hicieran caso de sus propias leyes. Más aún cuando se encontraba enfermo y además hace once años transcendieron dos intentos de suicidio por su parte en las cárceles de Granada y de Badajoz. Pero no estaba libre, estaba en Martutene, adonde había sido trasladado hace apenas dos meses, a principios de julio. Llegó procedente de Soria, tras pasar antes por Valdemoro, en un periplo carcelero que es norma para los presos y presas vascas. Cinco fallecidos en siete años Esta muerte sucede a la del iruindarra Xabier Rey, que fue hallado en su celda de Puerto III en marzo de 2018, y antes la del galdakoztarra Kepa del Hoyo, muerto en Badajoz el 31 de julio de 2017 a causa de un infarto que las autoridades carcelarias habían despachado como «muerte natural». El vecino de Elorrio Arkaitz Bellón murió en febrero de 2014, apenas tres meses antes de la fecha en la que debía haber abandonado la prisión. Y solamente once meses antes, en marzo de 2013, Xabier López Peña, también galdakoztarra, falleció cuando llevaba tres semanas hospitalizado en París después de sufrir un infarto y luego un derrame cerebral. Y si todo fallecimiento es un trago durísimo para familiares y allegados, más en estas circunstancias. La cadencia con la que la muerte se está cebando con los presos vascos es insoportable incluso para una sociedad como la vasca, acostumbrada a apretar los labios y los puños. Son cinco los decesos en las cárceles desde que ETA abandonó las armas en otoño de 2011. Desde entonces la única violencia ejercida en este país es la que protagonizan los estados español y francés, y sufren los presos y demás represaliados. Sare convoca mañana en Bilbo La noticia del fallecimiento de González Sola, conocida ya de noche, tuvo eco inmediato en las redes, y no tardaron en llegar valoraciones sobre lo ocurrido. Sare denunció la muerte a través de Twitter, donde indicó que «con las tres cuartas partes de la condena cumplidas, Igor debería estar en la calle, vivo». «Es hora de acabar con la legislación de excepción», añadió la red ciudadana, que ha convocado una movilización de protesta mañana a las 12.00 horas en la plaza Elíptica, bajo el lema «Salbuespen Legediak hiltzen du!». A la misma hora, los Artesanos de la Paz han convocado el domingo una concentración frente al consulado español en Baiona con el lema «¿Condenados a morir en prisión?». Etxerat, que denunció «el sufrimiento con el que los gobiernos español y francés no quieren acabar» y que trasladó su «solidaridad y un cálido y cariñoso abrazo a los familiares y amigos» del preso fallecido, llamó a secundar la movilización. EH Bildu consideró «inadmisible» la muerte del preso bilbaino, y apuntó que «cuando ya han pasado 9 años desde que ETA anunciase el cese definitivo de la violencia y se cumplen más de dos años de la desaparición de la organización, sigue siendo incomprensible que las y los presos vascos permanezcan en prisión». «La muerte de González Sola –valoró– ha vuelto a constatar que es imprescindible que los presos vuelvan de inmediato a sus casas». A juicio de EH Bildu, «la construcción de la convivencia democrática que ha reivindicado una y otra vez la mayoría de la sociedad vasca exige dar pasos, y en ese camino es fundamental la pronta puesta en libertad de los presos vascos». «En ese sentido –añadió en una nota–, es primordial que el Estado español cambie cuanto antes su política penitenciaria». En iguales términos, Arnaldo Otegi denunció que Igor González «es la última víctima de una política penitenciaria cruel y vengativa». «Construir la convivencia también exige la desactivación de la misma y la puesta en libertad de todos los presos políticos vascos. Un abrazo a sus familiares y amigos», añadió en Twitter el dirigente de EH Bildu. Sortu valoró que «esta muerte se podía haber evitado, porque Igor tenía que estar libre» y destacó, a este respecto, que el prisionero de Bilbo «estaba enfermo y ya había cumplido las tres cuartas partes de la pena que le habían impuesto los jueces españoles», ante lo que se preguntó «por qué seguía en la cárcel». «Esta muerte es consecuencia de la criminal política penitenciaria que se aplica a las y los presos políticos vascos y es responsabilidad directa del Gobierno español», indicó la formación abertzale, y concluyó «es el momento de tomar decisiones políticas, de dejar de considerar a los presos vascos como rehenes políticos y ponerlos en el camino a casa». Por ello, llamó a participar en las movilizaciones, «para que entre todas alcancemos la solución», y consideró que «este doloroso hecho requiere una reflexión colectiva», emplazando a ello a todos los agentes políticos y sociales vascos. «¿Hasta cuándo debemos seguir en esta situación? ¿Qué tipo de futuro se puede construir así?», se preguntó en una nota en la que envió su pésame a los allegados de Igor González. Vigésimo preso político muerto entre rejas, el quinto desde 2013 La política carcelaria de excepción que se aplica a los presos vascos tiene numerosas consecuencias, pero la más cruel es, sin duda, la de aquellos que mueren entre rejas. En las últimas décadas han sido 20. El terremoto político que supuso el cambio de estrategia en la izquierda abertzale derivó en el anuncio del cese definitivo de la actividad armada de ETA en 2011 y, posteriormente, en mayo de 2018, en la declaración del fin de su trayectoria. La réplica social, también notable, cristalizó en una transversal mayoría para reclamar una nueva política carcelaria, adecuada al contexto y a este nuevo tiempo. Esas demandas, sin embargo, han acabado siempre topándose en el mismo lugar: los muros de las prisiones, cuyos movimientos se han limitado a tímidos gestos, como acercamientos o libertades condicionales, a menudo estirados hasta el extremo. En estos últimos años, desde que se emprendiera el profundo cambio citado, han sido cinco los presos vascos que se han dejado la vida entre rejas, además de otros presos que han fallecido en sus domicilios en situación de prisión atenuada, como Anjel Figueroa (de 41 años, sufría una enfermedad grave e incurable, y fue hallado muerto en su vivienda de Algorta el 14 de marzo de 2013) o Belén González (nacida en Lazkao y de 59 años, falleció el 16 de noviembre de 2017 en el Hospital Oncólogico de Donostia después de una larga dolencia). El 30 de marzo de 2013, el galdakoztarra Xabier López Peña, de 54 años, murió en marzo de 2013 en un hospital de París, donde permanecía tras haber sufrido un infarto y un derrame cerebral en Fleury. El 5 de febrero de 2014, el preso de Elorrio Arkaitz Bellon, de 36 años, murió en Puerto de Santamaría (Cádiz) a causa de un edema pulmonar, tres meses antes de la fecha fijada para su salida. El 31 de julio de 2017, Kepa del Hoyo, también vecino de Galdakao, se dejó la vida en la cárcel de Badajoz a causa de un infarto. Xabier Rey Urmeneta, vecino del barrio iruindarra de Donibane, se quitó la vida el 6 de marzo de 2018 en su celda de la prisión gaditana de Puerto III, a más de 1.000 kilómetros de casa. Ayer mismo, Igor González Sola fue hallado muerto en su celda de Martutene.GARA 20 FALLECIDOS Con Igor González Sola y desde la muerte Juan José Crespo en una huelga de hambre en 1981, son 20 los prisioneros vascos que han fallecido estando en la cárcel. INCIDENTE EN 2014 En 2014 también se denunció que la madre del preso bilbaino fallecido, de edad avanzada, sufrió un golpe en la cárcel de Badajoz al ir a visitarle y que se le denegó una ambulancia.