Todo terreno
Escribo con tiempo más fresco y viendo llover, que, por cierto, ya era hora de que se regaran un poco nuestros montes, a ver si se dignan salir esos perretxikos que tanto nos animan a los zizazales. Pero tendrá que caer mucha más agua, porque en estos momentos nuestras verdes praderas están agostadas, amarillas, como las tierras que se ven en las películas de vaqueros rodadas en Almería: un secarral.
Los calores del verano de este año bisiesto de la pandemia han dejado en cueros a más de uno. Por ejemplo a Trump, que, dentro de su paranoia negacionista, ya había anunciado que con el calorcito el virus de nuestros dolores desaparecería. Llegó la canícula y la covid-19 no solo no se ha ido, sino que ha repuntado con más energías que el Ave Fénix, pese al confinamiento previo, y con la inestimable colaboración de las no-fiestas oficiales, pero sí cachondeo. De todas maneras lo que parece claro es que a este señor zanahoria o lo echa el virus o no sale ni con agua caliente y jabón, porque ya está anunciando que si no gana las elecciones será, sencillamente, porque los otros habrán hecho trampas, y, entonces no habrá tránsito pacífico del poder de su parte al nuevo elegido, y que tendrán que sacarle a hostias. Democracia orgánica.
Tampoco se queda corto Bolsonaro que después de haber negado por activa y por pasiva la existencia del bichito, se contagió en familia: él y su parienta. ¡Bingo! Pese a todo sigue diciendo chorradas como que quedarse en casa es de cobardes, cuando su errática política está llevando a Brasil a batir récords solo superables por la India.
Total, que ahora que entramos en otoño y se ha visto que el virus campa a sus anchas, que el calor no le arredra y que es todo terreno, llegamos al frío, a la época en que anualmente nos visita la gripe y al periodo en que muchos científicos, sin querer ser agoreros, habían anunciado que, coincidiendo los dos virus, las cosas pueden ponerse pero que muy tiesas.
A la situación epidemiológica hay que sumar la crisis económica, que es la que más preocupa a los gobiernos. Crucemos los dedos.