Jon ORMAZABAL
Pelota

Artola y Rezusta no se enredan y pasan el rodillo

Altuna-Imaz comenzaron fuerte 4-0 y 6-2, pero nada pudieron hacer ante la descomunal pegada azul.

ALTUNA III-IMAZ 9

ARTOLA-REZUSTA 22


En una situación tan alrevesada como la actual en el mundo de la mano profesional, –por si todo lo derivado de la pandemia sanitaria fuera poco, para pelotaris y pelotzales resulta casi imposible abstraerse de la marejada de lo despachos– Iñaki Artola y Beñat Rezusta han tenido el gran mérito de no enredarse y, fieles a su estilo, saber imponer su descomunal pegada para refrendar que han sido, con diferencia, la pareja más sólida de este atípico verano. En una final de poca historia, pasaron por encima de Altuna III-Imaz, que no encontraron la forma de hacer frente a la notoria superioridad del de Alegia y, sobre todo, el de Bergara en el peloteo.

Como ya ha hecho alguna otra vez durante esta especie de «Parejas estival», la cortada con la que Beñat Rezusta cerró la final de ayer en Bilbo refrenda que lo del campeonato oficial de este año, cuyo desenlace conoceremos a partir de este fin de semana, no fue sino un accidente del que ha pasado página. Ayudado, es cierto, por un material que cogió mucho bote y benefició su postura de golpear la pelota y su estrategia de evitar a Jokin Altuna, el zaguero zurdo terminó con siete tantos hechos y un solo error, estratosféricos números que explican lo sucedido en una final en la que los favoritos entraron a contrapié.

Lectura correcta

Y es que, en apenas 35 pelotazos, Altuna III e Imaz llegaron a equilibrar un dinero que había salido claramente en su contra, al adelantarse 4-0 en el marcador. A Altuna se le vio decidido y con chispa, mientras Imaz conseguía que Rezusta no le mostrara la espalda a base de arrimar la pelota a la pared izquierda, jugada con la que incluso se anotó algún tanto.

El panorama, sin embargo, comenzó a cambiar en el 4-2, un tanto en el que se cruzaron 119 de los 529 pelotazos que se cruzaron al final del partido, cerrado con un gran pelotazo del de Bergara y, sobre todo, cuando los azules encontraron en el cestaño una pelota que fue adquiriendo un bote excesivo, con el que rompieron el partido con un parcial de 0-15, del 6-2 al 6-17. Como bien reconoció un Altuna que se desesperó en su impotencia de entrar en juego, cuando Artola-Rezusta adquieren la velocidad de crucero, son capaces de ganar a cualquiera con esa pelota «un balón o una cuadrada», pero el del material es otro de esos detalles a cuidar para que la pelota gane la credibilidad que está perdiendo.

En el análisis de la final tampoco sería justo olvidarnos del papel de un Iñaki Artola que esta vez no dejó pasar la oportunidad de brillar en una cita de máxima exigencia.

Aunque comenzó algo atenazado, como con excesivo respeto a Altuna, a poco que su zaguero entró en calor, la lectura del partido del de Alegia fue perfecta, ayudando a castigar a Imaz y tomando en todo momento la decisión correcta a la hora de elegir pelotas para pasar al ataque. Jugar con Rezusta es una gozada, pero también tiene un nivel de exigencia que Artola superó.

Una tarde de grandes contrastes

Iñaki Artola encarnó como nadie la extraña y complicada situación que están viviendo los pelotaris en las últimas semanas. Feliz y satisfecho con el, posiblemente, mayor éxito de su carrera profesional –junto a aquella txapela de la jaula de Promoción ante Altuna–, el de Alegia no pudo dejar de acordarse de Víctor, Iosu, Unai y Jon, pelotaris que han dejado de pertenecer a la empresa y contra los que querría volver a enfrentarse o formar pareja, pues quiere volver a repetir txapela enfrentándose a los mejores, entre los que ve a los cuatro.

Con 600 personas en el Bizkaia, se volvió a sentir ganas de gozar con la pelota, pero también vimos a un Aretxabaleta triste como nunca, a un Agirre incómodo ante la opción de sustituir a Laso y a un Imaz que justificó no estar en el grupo «porque cuando firmé mi renovación, algunos pelotaris no se han portado bien conmigo». Que esto, también, acabe cuanto antes. J.O.