OCT. 01 2020 JOPUNTUA Mujeres, majaras y pelotas Itziar Ziga Escritora y feminista Naomi Osaka entró en mi tumultuoso y alucinante mapa de la humanidad la tarde en que, jugando con Serena Williams la final del US Open hace dos años, ésta acabó batiéndose en duelo contra su propio nombre. Para mí es porno feminista evocarla, toda loca, gritándole al árbitro, reventando la raqueta contra la cancha, con su tutú de guerrera postparto. Se armó la marimorena, nunca mejor traído, por la explosión de Serena. Demasiado, como sucede cuando quien la lía es una mujer, y además negra. En todos los sentidos, ¡al fin! 2018: las feministas ya habíamos logrado invadir el debate público. Las voces de hombre de siempre regodeándose en lo mal que se había portado la veterana tenista: en lo inusual y en lo evidente. Mala malísima, loca loquísima. Voces nuevas y efervescentes afirmando su rabia contra el omnipresente patriarcado a favor del arrebato de Serena. Martina Navratilova, la primera mujer a la que vi declararse orgullosa como lesbiana cuando yo era una niña, aclaró: «Serena tiene algo de razón. Hay un doble rasero para las mujeres cuando se trata de cómo se castiga el mal comportamiento, y no solo en tenis. Pero en su protesta contra el árbitro, en parte no tenía razón». Eso sí, para los machos, y solo para los machos, hubo una pobre víctima aquella tarde: Naomi Osaka. Según ellos, el berrinche de Serena le aguó la victoria. Qué débiles somos las mujeres, y a la vez qué malvadas, y a la vez qué locas, y a la vez qué putas, y a la vez qué frígidas: la misoginia nos deforma en seres imposibles. Porque, solo dos años después, la aguerrida y victoriosa Naomi Osaka, hija de japonesa y haitiano, utiliza mascarillas con los nombres impresos de víctimas negras de la brutalidad policial, honra a sus ancestras africanas con un tocado al volver a ganar el US Open, se manifiesta contra el racismo y la misoginia en la cancha y en la calle. Y declara: «los que me decían, mantén la política alejada del deporte, en realidad me han inspirado para ganar. Mi intención es permanecer en sus televisores tanto como pueda». Qué débiles somos las mujeres, y a la vez qué malvadas, y a la vez qué locas, y a la vez qué putas, y a la vez qué frígidas: la misoginia nos deforma en seres imposibles