Iker BIZKARGUENAGA
CRISIS DEL CORONAVIRUS

Después de medio año desdeñando la pandemia Trump cae contagiado

Después de Boris Johnson y Jair Bolsonaro, Donald Trump se ha sumado a la lista de mandatarios que no han tomado en serio la pandemia, o no lo suficiente, y han acabado contrayendo el covid. Inmerso en la campaña electoral, el presidente de EEUU informó de su positivo y el de su esposa, Melania, y anunció que permanecerán en cuarentena.

La directora del Departamento de Salud Pública y Medio Ambiente de la Organización Mundial de la Salud, María Neira, no fue la única persona que lo pensó, seguro, pero fue ella quien expresó públicamente lo «irónico» que resulta que Donald Trump acabe contagiado de covid después de más de medio año desdeñando y subestimando una pandemia que ha causado 208.000 víctimas en su país.

La noticia saltó en la madrugada de ayer y de inmediato se sucedieron los mensajes protocolarios desde todas las cancillerías del mundo deseando la recuperación del presidente de EEUU y de su esposa, Melania, también infectada. Y a la misma velocidad surgieron en las redes sociales miles de comentarios no tan protocolarios ni tampoco tan condescendientes con un mandatario cuya gestión de la crisis sanitaria ha sido caótica y ha recibido todo tipo de críticas.

Mascarilla vs desinfectante

«Esta noche, Melania y yo hemos dado positivo por covid-19. Comenzaremos nuestro proceso de cuarentena y recuperación de inmediato. ¡Lo superaremos juntos!». Habían transcurrido 48 horas desde que en el primer debate electoral –los comicios están previstos para el 3 de noviembre, dentro de exactamente un mes– el candidato republicano se mofó de su rival por su uso constante de mascarilla, cuando anunció su contagio.

«Tengo mascarilla, tengo una aquí mismo, pero no la uso como él, que cada vez que lo ves tiene una mascarilla. Puede estar hablando a 200 pies de distancia y lleva la mascarilla más grande que hayas podido ver», comentó Trump sobre el aspirante del Partido Demócrata en el duelo televisado del martes. Quizá ayer se arrepintió de ello; probablemente no, pero la secuencia describe perfectamente el modo en que el presidente de la superpotencia mundial ha afrontado esta emergencia sanitaria insólita y global.

Y es que el magnate neoyorquino no solo ha antepuesto la economía a la salud, levantando las medidas preventivas antes de tiempo y con el virus aún en expansión, también se ha burlado del uso de la mascarilla, y no fue hasta finales de julio cuando comenzó a recomendar su uso, aunque con matices, pues apenas se le ha visto portándola en público. Además, no ha tenido impedimento en promover grandes concentraciones de personas que, por supuesto, alardeaban de no llevar tapabocas.

Especialmente polémico fue el mitin organizado el 13 de setiembre en Las Vegas, por ser bajo techo e incumplir las normas estatales que prohibían la reunión de más de 50 personas en lugares cerrados. «Estoy en el escenario y está muy lejos», justificó entonces en una entrevista y, de hecho, al día siguiente repitió ese formato en Arizona.

Además, ha propuesto medidas completamente ineficaces y en algunos casos extravagantes.

Así, a finales de abril llegó a proponer que la gente se inyectara desinfectante. «Veo que el desinfectante mata –el coronavirus– en un minuto», declaró en una rueda de prensa en la Casa Blanca, donde añadió que «igual hay una manera de hacer algo así inyectándolo dentro, como una limpieza». «No soy médico, pero sí alguien que tiene un buen…», apostilló, a la vez que se señalaba la cabeza. Desde luego, aquella no fue una buena idea, y pocos minutos después de la rueda de prensa, el director de la Agencia del Medicamento, Stephen Hahn, apareció en la CNN para suturar el roto. Llamó a la población a «no ingerir desinfectante», algo que puede llevar a la muerte a quien se le ocurra hacerlo. Y lo cierto es que más de uno lo hizo –y más de cien–, y hubo heridos graves.

En esa misma comparecencia, Trump, que estuvo semanas tomando hidroxicloroquina, un medicamento antipalúdico que no tiene aval de las autoridades médicas para actuar contra el covid, también planteó usar luz ultravioleta para acabar con el virus. «Golpeamos el cuerpo con una luz tremenda, ultravioleta o simplemente muy potente», señaló como método eficaz.

El «virus chino» y la OMS

Desde la irrupción del covid en EEUU, Trump no ha dudado en criticar a los alcaldes y gobernadores que se apresuraron en adoptar restricciones para frenar la pandemia. Daba por hecho que el virus en algún momento «desaparecería», y sobre todo advertía de los efectos económicos que acarrearían los cierres, en un momento en el que, precisamente, quería presentar la economía como bandera para la reelección en noviembre.

De cara al exterior, el presidente de Estados Unidos no ha dudado en usar la crisis para apuntalar su estrategia agresiva respecto a China, a quien además hace responsable de la pandemia. De hecho, siempre ha denominado al SARS-CoV-2 como el «virus chino», en alusión a su origen en la ciudad de Wuhan.

En este tiempo también ha cargado contra la OMS, a la que le suspendió la financiación como represalia. De ahí, quizá, el sarcasmo en el comentario de María Neira, quien sin embargo dijo que «seguiremos con interés su evolución y esperamos que se recupere lo antes posible», aunque no dejó pasar su deseo de que a nivel político pueda servir para que EEUU no deje de formar parte de los 193 países que conforman la OMS.

Eso seguramente dependerá del resultado del 3 de noviembre, con Trump y Biden en liza. El candidato demócrata, que deseó igualmente una «rápida recuperación» a su rival, también fue sometido a un test de coronavirus tras conocerse el positivo del republicano, pero en su caso el resultado fue negativo.

Lo mismo ocurrió con el vicepresidente, Mike Pence, quien dependiendo de cómo se desarrollen los acontecimientos podría jugar un papel más importante de lo previsto, ya que la Constitución de EEUU prevé que el presidente ceda temporalmente el mando del país a su número dos en caso de estar incapacitado para seguir ejerciendo sus funciones. Boris Johnson cedió el mando cuando su estado se agravó, en abril, pero Trump es harina de otro costal.