OCT. 15 2020 JO PUNTUA Mejor nos reímos con Serena Itziar Ziga Escritora y feminista Voy a continuar donde lo dejé hace dos jueves, con Serena Williams devolviendo con su derechazo demoledor las pelotas que le lanzan sin tregua el racismo y la misoginia. Literalmente. El año pasado, una encuesta reveló que uno de cada ocho hombres británicos pensaban que podrían ganarla al tenis. ¡Lord, give me the confidence of a mediocre white man! Es decir, tíos cualquiera en cualquier condición física y desde luego sin medallas olímpicas: Serena tiene tres oros. Y atesora tres Grand Slam más que Nadal. Cinco famosos youtubers decidieron retarla y ella, aceptó. No hace falta que confirmé la paliza que les metió a los cinco a la vez en la cancha. Los chavalotes comprenden enseguida que lo mejor que pueden hacer es esquivar las pelotas de Serena, sobre todo después de que algunas impacten como cañonazos contra sus cuerpos. A partir de ese momento, se dedican a proteger sus propias pelotas. Antes de ver el vídeo, no imaginaba que iba a reírme tanto. Lo recomiendo: buscadlo. Más en este otoño bajonero que ha borrado las fiestas y las muchedumbres de nuestro horizonte inmediato. Serena y los cinco chavalotes se divierten muchísimo en este partido amistoso y descabellado, chocan sus palmas y se abrazan. Ríen sin control y sin jerarquías: la única risa auténtica. Sobre todo no hay humillación, es decir, ellos no se sienten humillados: prefieren reírse de la hombría prepotente y peligrosa en la que les educaron y que ha llevado a que cinco tíos que no juegan al tenis, se enfrenten a una campeona. Ir deshaciendo todos los días el patriarcado milenario en ti, en mi caso, desde que salí del precioso coño de mi madre, te hace sentir a veces que solo te das hostias contra un muro. Pero sabes que no, que ese maldito muro es a veces una cortina de cuentas que brillan, una brisa suave que sugiere promesas en tu piel, una piscina que sabe a gin-tonic, un akelarre eterno… Y muchísimas risas compartidas. Serena y los cinco chavalotes se divierten muchísimo en este partido amistoso y descabellado, chocan sus palmas y se abrazan. Ríen sin control y sin jerarquías