Dabid LAZKANOITURBURU

Líbano e Israel se sientan a negociar sus disputadas fronteras marítimas

Líbano e Israel, dos vecinos oficialmente en guerra, han entablado este miércoles un diálogo inédito e impulsado por EEUU para delimitar sus fronteras marítimas y levantar así los obstáculos a las prospecciones de hidrocarburos. Beirut ha negado que las negociaciones vayan más allá y preludien una normalización de relaciones.

La base de la misión de la ONU (Finul) en Naqoura, localidad fronteriza al sur de Líbano, fue sido escenario de una breve sesión inaugural del diálogo, que duró cerca de una hora.

Es la primera vez que Líbano e Israel se sientan a negociar en décadas. El objetivo del diálogo es demarcar sus fronteras marítimas para poner fin a una década de disputa y permitir que ambas partes exploren y exploten posibles reservas de gas en el Mediterráneo.

Estas conversaciones son cruciales para un Líbano en plena deriva política y en bancarrota, y necesitado de una inyección de hidrocarburos offshore.

En 2018, el País de los Cedros firmó su primer contrato de exploración con un consorcio internacional franco-italiano. El problema es que una parte de los bloques concernidos, el número 9, desborda sobre una zona de 860 kilómetros cuadrados que ambos vecinos y enemigos se disputan.

La disputa marítima versa sobre una diferencia de unos cuantos kilómetros (entre 5 y 6) respecto a por dónde debe discurrir la línea divisoria.

Israel ha descubierto y comenzado a explotar grandes bolsas de gas en el Mediterráneo en la última década, que le han permitido ser energéticamente autosuficiente y convertirse incluso en exportador de hidrocarburos.

Alcance y límites del diálogo

Las negociaciones llegan auspiciadas por la diplomacia estadounidense y arrancan semanas después de la firma de los acuerdos de normalización entre las satrapías del Golfo de Emiratos Árabes Unidos y Bahrein e Israel, impulsadas, asimismo, por la Administración Trump en vísperas de las elecciones presidenciales.

Todo ello lleva a los analistas a elucubrar sobre el alcance del diálogo libano-israelí.

Líbano insiste sobre el carácter «técnico», y no político, de las negociaciones. El ministro en funciones de Exteriores, Charbel Wahbe, quiso dejar claro que «no normalizaremos relaciones ni acordaremos acuerdos de paz». «La demarcación de fronteras es nuestro deber, y no vamos a dejar nuestras divisorias marítimas sin definir y dejar al enemigo israelí buscar petróleo y gas muy cerca de aguas libanesas», adelantó Wahbe, presente en las conversaciones.

Un alto cargo del Ministerio de Energía israelí coincidió en que «tenemos un objetivo muy claro y limitado: queremos únicamente resolver una disputa marítima».

Israel afronta esta negociación, aseguró esta fuente, desde un punto de vista estrictamente técnico-económico, «con una actitud muy pragmática» y con la intención de que pueda llegarse a un acuerdo «en unos meses». El próximo encuentro tendrá lugar el 28 de octubre.

Eso sí, mientras Israel evoca que habrá «negociaciones directas», los responsables libaneses aseguran que las delegaciones no hablarán una a otra sino a través de la mediación estadounidense, que será asumida por el embajador de EEUU en Argelia, John Desrocher.

La delegación israelí está compuesta por seis miembros, entre ellos el director general del ministerio de Energía, un consejero diplomático del primer ministro, Benjamin Netanyahu, y el jefe de la dirección de Asuntos Estratégicos del Ejército.

Dos militares y dos civiles –un responsable de la Autoridad del Petróleo y un experto en derecho marítimo– representan a Líbano.

 

Hizbulah y Amal (chiíes) escenifican su malestar y reservas

Los dos partidos chiíes, Hizbulah y Amal, han denunciado la presencia de civiles en la delegación, evidenciando divisiones en la clase política libanesa.

«Esto debilita la posición de Líbano y representa una capitulación ante la lógica israelí, que aboga por una parodia de normalización», señalaron. «Negociaciones sin legitimidad», titulaba el diario “Al-Akhbar”, próximo a Hizbulah.

La ONU trató de templar los ánimos insistiendo en que las conversaciones sobre las también disputadas fronteras terrestres se llevarán de forma separada en encuentros tripartitos supervisados por la Finul.

No obstante, fuentes estadounidenses no dudan en relacionar todos esos litigios y su posible solución y evocan que, en caso de desbloqueo de unos y otros, la siguiente cuestión sería el desarme de Hizbulah.

El movimiento chií es la única facción que no ha renunciado oficialmente a su arsenal tras la guerra civil libanesa (1975-1990). Apela para ello a su papel de resistencia frente al Estado sionista.

La última vez en que el «Partido de Dios» e Israel se han enfrentado militarmente fue en verano de 2006. Una guerra devastadora dejó un saldo de 1.200 libaneses muertos y 160 bajas militares mortales israelíes, lo que obligó a Tel Aviv a ordenar su repliegue del sur de Líbano. Una victoria convertida en derrota.D.L.