NOV. 08 2020 JO PUNTUA De la brasa a la sartén Fede de los Ríos Henos aquí confinados, con la vista puesta en los EEUU, la Nación de las Oportunidades donde los emprendedores realizan sus sueños. Últimamente a la patología narcisista delirante la han dado en llamar emprendeduría. Hay que joderse con el neolenguaje. Henos aquí, decía, observando televisivamente cómo se nos muestra la ilusión democrática. Más de setenta millones de seres humanos, «animales racionales» y, por lo tanto «animales políticos» que diría el bueno de Aristóteles (pobretico mío), han votado por Trump, seis millones más que en 2016; se ven identificados con su personaje y sus modales. Los modos en que deshumaniza a mujeres, homosexuales, gentes de diferente color, a los no cristianos, a la Ciencia y la intelectualidad, al arte y a la estética alejada del dorado y de lo hortera. El absurdo del discurso de este führer anaranjado hace parecer la histriónica demagogia de Hitler como propia oratoria de Demóstenes. Setenta millones de votos como resultado de la mentira continua. Pobre Goebbels, no haber podido ver de nuevo la confirmación de su teoría: «Hay que hacer creer al pueblo que el hambre, la sed, la escasez y las enfermedades son culpa de nuestros opositores y hacer que nuestros simpatizantes se lo repitan en todo momento (…) Toda propaganda debe ser popular, adaptando su nivel al menos inteligente de los individuos a los que va dirigida. Cuanto más grande sea la masa a convencer, más pequeño ha de ser el esfuerzo mental a realizar. La capacidad receptiva de las masas es limitada y su comprensión escasa; además, tienen gran facilidad para olvidar (…) Una mentira repetida mil veces termina creyéndose como verdad». Un xenófobo libertador para latinos anticastristas y antichavistas, la gusanera que llamaban antes. Curioso. Prometió dirigir la nación como una empresa. En la empresa no hay ciudadanos, la componen los que venden tiempo de su vida para producir mercancías y el amo que posee el tiempo de vida de aquellos y la mercancía producida. La alternativa, el católico Biden. Joder qué bien. El absurdo del discurso de este führer anaranjado hace parecer la histriónica demagogia de Hitler como propia oratoria de Demóstenes. Setenta millones de votos como resultado de la mentira continua