Aritz INTXUSTA
Interview
JON PÉREZ
RESPONSABLE DE BEXEN BIOSERVICES

«La vacuna de Pfizer irá al centro de salud en cajas con hielo seco»

Bexen Bioservices forma parte de Bexen Medical, de la Corporación Mondragón. Bexen fabricó mascarillas en la primera ola y, ahora, una de sus divisiones se propone como el gran almacén para una de las vacunas más avanzadas, la de Pfizer.

Resulta probable que parte de la población de Euskal Herria sea inmunizada con la vacuna de Pfizer, que debe ser conservada a -70 grados hasta seis horas antes de la inyección. La empresa Bexen Bioservices, en Hernani, se ofreció para guardar 30 millones de viales de la vacuna a esa temperatura. Analizamos con uno de sus responsables las complicaciones logísticas que acarrea la ultracongelación.

Ustedes han dicho que son capaces de almacenar la vacuna de Pfizer a -70 grados.

Llevamos trabajando en esto desde setiembre, desde que se conoció la necesidad de una congelación a esas temperaturas. Lo que ocurre es que, como todo sigue difuso y no hay nada claro, las conversaciones van muy lentas. Sobre todo porque lo que marca el ritmo es la autorización para comercializar la vacuna. Hemos tenido conversaciones sobre escenarios hipotéticos con autonomías y servicios de salud.

¿Hasta qué punto este nivel de ultracongelación es común?

Nosotros llevamos cinco años con esta vía de negocio, porque la gestión de muestras biológicas requiere de esta temperatura. En este tiempo hemos trabajado en los almacenes del Banco de Sangre y de Tejidos de Catalunya. Aquí movemos muestras de plasma, componentes sanguíneos, tejidos humanos… todo eso necesita estos niveles de congelación, de -70 grados. No nos había tocado lo que es puramente industria farmacéutica. En fármacos a escala tan grande como la que requiere una vacunación de estas características no es habitual esta temperatura, pero en otros ámbitos de la medicina, como los biobancos de tejidos, es muy estándar.

Resulta fácil entender que existan ultracongeladores que llegan a estas temperaturas, pero transportar vacunas a -70 grados parece todo un reto. Desde luego, no bastará con un camión frigorífico.

Para esto existe una especie de contenedor al que se añade el hielo seco, dióxido de carbono en estado sólido, y así lograr esas temperaturas. También hay otros equipos con sistemas de refrigeración que, conectados a una toma de corriente, son capaces de mantener -80 grados. El mayor de los problemas que puede haber es el reparto de lotes muy pequeños.

¿A qué se refiere?

En el caso de que almacenáramos las vacunas de Pfizer aquí, el reto sería llevarlas al punto de administración de la vacuna. Si tomásemos como ejemplo la vacunación de la gripe, las personas acudirían a su centro de salud. Deberíamos llevar vacunas desde nuestras instalaciones hasta todos esos ambulatorios. En Nafarroa creo que hay 52 y en Euskadi 154. Se trataría de organizar envíos pequeños a todos esos puntos. Nosotros tenemos la tecnología de un ultracongelador, que es pequeñito y portátil y que se conecta a una toma de corriente, pero habría que disponer de cajas isotérmicas que, gracias al hielo seco, mantuvieran esos -70 grados. La vacuna irá al ambulatorio en una caja con hielo seco y esta es una sustancia peligrosa que hay que manejar con seguridad, porque produce quemaduras. Trabajar con el hielo seco tiene un punto más de dificultad, pero no es un imposible.

En esos escenarios hipotéticos que ha manejado en sus conversaciones con autoridades sanitarias, ¿se baraja una fecha para la llegada de la vacuna?

Saben lo que sale en prensa. El ministro avanzó que a principios de año ya podría comenzar la vacunación, pero el proceso es muy complejo. Una vez que se apruebe la vacuna, hay que fabricarla. Nos han comentado que esa fase de fabricación ya se ha iniciado a riesgo. Lo que sí puedo avanzar es que nuestras instalaciones ya están disponibles. El mismo día que autoricen la vacuna seríamos capaces de almacenarla aquí.

Por dejarlo claro. La necesidad de ese nivel de refrigeración complicará la logística, pero no se trata de un reto insalvable.

Tiene mayor dificultad que lo habitual, pero esta logística ya se emplea con otro tipo de muestras biológicas. No es algo nuevo. No habíamos tenido que hacerlo en masa, pero los fabricantes de hielo seco son potentes y no tendrían problema. Existe desconocimiento en la población sobre este tipo de refrigeraciones, pero los que estamos en el sector sabemos que para nada esto es insalvable.

En sus experiencias anteriores con tejidos humanos, ¿cómo se realizaron los traslados?

Hemos hecho transportes a Madrid y Catalunya. El estándar es con hielo seco. En una caja se pone hielo seco y luego se coloca la muestra biológica, el tejido o, en este caso, la vacuna. Lo que se suele añadir es un registrador de temperatura en la caja. Así, cuando el medicamento llega al punto de destino, se puede conocer la temperatura a la que ha estado durante todo el trayecto. Pfizer quiere añadir a estas sondas un GPS, para que se sepa también en qué punto está cada caja. Así se aseguraría esa cadena de frío.

De este modo se elimina el riesgo de que se inyecte a alguien una vacuna alterada.

Todas estas tecnologías existen, no tenemos que inventar la rueda. Todas las soluciones están en el mercado y es cuestión de organización.

¿Sabe usted por qué es necesario tanto frío?

Tiene que ver con su tecnología, que es de ARN mensajero, que es nueva. Este tipo de biomoléculas necesitan esta temperatura para mantener su estabilidad. Otras vacunas, como las que usan virus debilitados, temperaturas de cuatro grados. La de Moderna parece que basta con -20, pero cuando hay que conservar material genético es común que se necesiten unas temperaturas así de bajas.