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DE REOJO

Dos veces


La estrategia de la tensión es algo que durante la guerra fría se desarrolló hasta límites insospechados. Si alguien consiguió interesarnos por todos los movimientos telúricos que fueron convirtiendo nuestra vida en una sucesión de acontecimientos negados u ocultados, ese fue John Le Carré, que a través de su personaje George Smiley, quizás su alter ego, describió las conexiones de los servicios secretos globales con las decisiones políticas tomadas a la luz de los candiles intermitentes de los intereses económicos y políticos que fueron configurando una mundo bipolar. David John Cornwell ha muerto a la edad de ochenta y nueve años maldiciendo al Brexit y a todos cuantos lo propiciaron y que ahora no saben qué hacer; el mismo día que el Tribunal Supremo español decide repetir el juicio a Arnaldo Otegi y todos los inculpados en el caso Bateragune. Confieso que me ha sorprendido esta decisión que, al parecer, esta propiciada por una sentencia del Tribunal Europeo que anulaba la anterior que les condenaba a seis años que, por cierto, cumplieron íntegramente. Como lego me asombra que se pueda juzgar algo dos veces. Y el simple anuncio ha servido para que toda la jauría parda, política y mediática, tergiverse esta decisión y hagan ver que se está juzgando por algo nuevo, cuando es, parece ser, un formalismo para cumplir con Europa, aunque también puede ser justo lo contrario. John Le Carré fue espía, sabía de lo que hablaba, tenía intuición política e ideas de cómo quería que fuera el mundo. Sus intrigas eran verosímiles y estaban cargadas de inteligencia y de discurso moral. Lo de la justicia española, las policías patrióticas, los servicios secretos de pacotilla y la contaminación retrógrada, nos llevan a esta insufrible sensación de inseguridad jurídica debido a la carga franquista en los altos cargos judiciales.