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DE REOJO

Sí o no


Lo he vuelto a hacer. He seguido una rueda de prensa de Fernando Simón sin interrupciones. Necesitaba agarrarme a un clavo frío o a una metáfora ardiendo. Mis decisiones navideñas están tomadas desde hace tiempo. Las internas y las externas. Pero no puedo conciliar ni mi propia soledad. ¿Es posible que la manada vaya directa a un precipicio navideño? Se abren y se cierran bares, teatros, perímetros. La vacuna se convierte en agente propagador de la desigualdad y de las futuras restricciones. ¿Responden adecuadamente los gobiernos, gobiernillos y asimilados?

Por eso busqué consuelo en Simón y no lo hallé. Responder a una pregunta concreta sobre los efectos de ciertas actitudes con un sí o no, es convertirse en un agente de la incertidumbre. Es posible que, en la cultura científica, la duda, la contradicción, lo antagónico que huye de lo dogmático, sea una manera eficaz de acercarse lo máximo a la objetividad, pero en las ciencias sociales, más en estos tiempos, se necesitan posturas claras, consignas sencillas, entendibles, objetivos que se puedan y deban cumplir.

Si quedarse en casa sirve y no sirve, dependiendo de no se sabe qué, a la mejoría del conjunto, es una invitación a que cada uno haga lo que le plazca. 

Exhortar a nadie a que cumpla con lo que la lógica recomienda es un ejercicio de insistencia sin recompensa. ¿Qué hacemos? En Europa están tomando medidas drásticas para frenar la nueva ola. Aquí algunos preparan sus tablas políticas, y económicas para surfearlas con toda la indecencia de su irresponsabilidad.

Las vacunas que vienen son para prevenir, harán efecto semanas después de su inyección, pero mientras tanto podemos volver a la miseria total. Eso sí, con lucecitas en la calle y langostinos en el intestino. Sí a la claridad por el bien común y no a las componendas.