Navarra Suma... centros comerciales

Hace diez años que vivo en Iruñea y todavía hay veces en las que me sorprendo de cómo es la derecha navarra englobada en la marca Navarra Suma. La pregunta es cuánto suma y, si hablamos de grandes superficies comerciales, la respuesta es mucho, demasiado. Cualquiera que haya venido alguna vez en coche a la capital navarra se habrá sorprendido, como yo, de la obscena cantidad de grandes zonas comerciales que rodean Iruñea por todas partes, como si fueran los soldados de la corona de Castilla queriendo rendir el castillo de Amaiur o como si estuviéramos entrando en una megalópolis europea en lugar de una pequeña ciudad de 200.000 personas, a la que tanto Bilbao como Gasteiz superan en número de habitantes.

Aún así, el equipo liderado por el alcalde Enrique Maya cree que hay espacio para que tres proyectos rodeen los barrios de Azpilagaña y La Milagrosa. Ni una ni dos, caballero, tres grandes superficies que, obviamente, son perjudiciales para el comercio de los barrios, tal y como han denunciado los propios comerciantes que, lógicamente, se han opuesto a participar en la campaña del Ayuntamiento para apoyar al comercio local, un objetivo totalmente incompatible con la apuesta del equipo de Maya por seguir con un modelo de ciudad más vacío de gente y más lleno de coches, con menos sitio para el comercio y más para las multinacionales, más vulnerable a las crisis económicas y más nocivo para el cambio climático que se opone al impulso europeo por las «ciudades de 15 minutos» organizadas en torno a barrios autosuficientes.

Una pena que para la derecha lo moderno sea inaugurar edificios y no el progreso social. Aunque hay quien siempre gana con su apuesta, claro. Entre las nuevas construcciones habrá residencias para estudiantes y personas mayores, además de una clínica privada. O sea, universidad y salud, dos áreas íntimamente vinculadas a los intereses del Opus Dei, una institución central en Navarra que reúne y resume todos los intereses de la derecha foral.