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EDITORIALA

¿Tiene Lakua modelo para la gestión de prisiones?


Ayer se conoció la muerte de otro preso en la cárcel de Zaballa el pasado 25 de diciembre. La dirección de la prisión ha tardado diez días en confirmar el fallecimiento. Lo ha hecho, además, sin aportar ningún dato sobre las circunstancias en las que ocurrió, únicamente ha informado de que era un hombre de 50 años de edad. Este modo de actuar no es, desde luego, ejemplo de una gestión transparente, y no hace sino acrecentar las sospechas de que algo grave está ocurriendo dentro de los muros de esa prisión, especialmente si tenemos en cuenta que a lo largo de 2020 han muerto en ella seis personas.

Que la cárcel mata no debería sorprender ya ni a los más ingenuos, y mucho menos ahora que una juez inglesa ha denegado la extradición a EEUU del fundador de WikiLeaks, Julian Assange, argumentado precisamente motivos de salud. Pero cuando esas muertes se producen de manera siniestramente periódica, algo grave está fallando. En este sentido conviene recordar que el juzgado de Vigilancia Penitenciaria de Bilbo señaló hace unos meses que en las prisiones de la CAV es más fácil adquirir medicamentos sicotrópicos que drogas, y culpó de ello a la falta de supervisión por parte de los responsables sanitarios, estos sí dependientes del Gobierno de Lakua. Tal vez, además de Instituciones Penitenciarias, los responsables de Osakidetza deberían dar algunas explicaciones al respecto. Y mucho más ahora que, al parecer, Madrid y Lakua han cerrado ya la transferencia de prisiones.

Lograr nuevas parcelas de gestión siempre es positivo, puesto que permite una administración mucho más acorde con la realidad más cercana. Sin embargo, las competencias no son suficientes cuando se carece de un modelo que guíe esa actuación. Y visto lo que ocurre en Zaballa con la salud y la vida de los presos, no se aprecia que el Gobierno de Urkullu tenga ningún plan para enderezar esta siniestra situación. Algo que cada día que pasa urge más.