El alirón retumba al grito de: «Ni Barça, ni Madrid... Athletic!»
El Athletic gana la Supercopa con un golazo de Williams en la prórroga. Un título para gozar y disfrutar en tiempos de pandemia. En otra noche de emociones, Villalibre salvó al conjunto rojiblanco cuando parecía todo perdido. El equipo de Marcelino se rehizo, marcó y defendió con uñas y dientes la ventaja en el marcador.
BARCELONA 2
ATHLETIC 3
El Athletic regresará de Andalucía a casa con la tercera Supercopa en el palmarés. Cuando todo parecía perdido, apareció un providencial Villalibre para llevar el partido a la prórroga. Y ahí, fue Williams el que se erigió en la figura de la final con un auténtico golazo. Una hazaña que se recordará durante años, doblegando a dos de los mejores equipos del mundo en eliminatorias. Como ese grito popular que se escucha en San Mamés cuando llegan las visitas ilustres: «¡Ni Barça, ni Madrid... Athletic!». El último alirón rojiblanco retumba en el planeta fútbol y marcará a las nuevas generaciones rojiblancas.
Los sueños se hacen realidad y con esta particular filosofía, con jugadores nacidos o formados en Euskal Herria, se puede competir ante cualquiera. Y no solo eso, también alzar una Supercopa tras ganar primero al Madrid y luego al Barça. Se dice fácil, pero hay que creérselo. Una alegría inmensa para un grupo de jugadores bien dirigidos por Marcelino, aunque también hay que reconocer el trabajo de los que estuvieron antes.
Presionar y salir ante Messi
La mayor sorpresa del arranque fue ver al Athletic con pantalón y medias blancas. Como ante el Madrid y con la única novedad de Yeray, Marcelino ordenó apretar arriba para dificultar la circulación de un Barcelona que contó con Messi desde el inicio, a pesar de las dudas sobre su estado físico hasta última hora.
El Athletic, bien plantado, consiguió mantener lejos de su portería a los blaugranas, obligando al astro argentino a bajar hasta su campo para tocar la pelota. Un disparo centrado de Capa que Ter Stegen despejaba a córner y una falta botada por Messi a la que no llegó Araujo fueron las únicas aproximaciones a la media hora.
Nadie quería arriesgarse a una pérdida comprometida. E incluso, el Barcelona sorprendía reculando y esperando en su campo al conjunto rojiblanco. Los minutos iban pasando sin nada que contar hasta que al borde del descanso aparecía Messi combinando con Alba. El despeje se quedaba suelto dentro del área y Griezmann no perdonaba. Por fortuna, la réplica llegaba al minuto y De Marcos igualaba a pase de Williams.
La segunda mitad comenzaba con un Barcelona dominador y un Messi más participativo obligó a dar un paso atrás al Athletic. Los blaugranas se acercaron a las inmediaciones de Unai Simón en jugadas de a balón parado. El equipo de Marcelino tuvo la suya en una falta que Raúl García remataba a las redes, pero era anulada por el VAR. Una pena porque podía haber sido el golpe de gracia para decantar la balanza a favor.
El Athletic seguía vivo y mantenía sus posibilidades, pero el esfuerzo empezaba a notarse en una final de pico y pala. El equipo se estiraba cuando veía opciones, aunque faltaba claridad en los últimos metros. El Barcelona tampoco parecía preocupado a la espera de resolver con una genialidad. Y así se rompía la igualdad. Dembelé se cambió de banda, generando un 2x1 con Alba en la izquierda y Griezmann, de nuevo, ponía por delante al conjunto blaugrana a falta de un cuarto de hora.
Un golpe cruel ante el que Marcelino movió rápido el banquillo. El tiempo se agotaba cuando Villalibre sorprendía en una acción de estrategia y llevaba el partido a la prórroga. Los rojiblancos se merecían poder seguir luchando. Y vaya si lo hicieron. Williams se soltaba con un zapatazo nada más empezar el tiempo extra y a partir de ahí solo quedaba defender. Con el buzo puesto, achicando agua y una labor estajanovista. Pudo ampliar la ventaja, pero tocó sufrir hasta que Messi, víctima de la impotencia, fue expulsado por agredir a Villalibre.
Un título inesperado para gozar con un orgasmo rojiblanco en estos tiempos de pandemia. El Athletic de Marcelino con goles de Williams, Villalibre y De Marcos sella una página para la historia ante un Barcelona de Messi que se derrumba.