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EDITORIALA

Eutanasia, más libertad, dignidad y humanidad


Después de quince intentos fallidos, el Congreso español aprobó ayer por amplia mayoría la Ley Orgánica de Regulación de la Eutanasia. De este modo, el Estado español se convierte en el séptimo país del mundo que reconoce esta práctica tras Holanda, Bélgica, Luxemburgo, Canadá, Nueva Zelanda y Colombia, en este último sin una ley específica, por decisión del Tribunal Constitucional. Asociaciones y familiares de enfermos que lucharon por la regulación de esta práctica, entre los que se encontraban los de la vecina de Portugalete Maribel Tellaetxe, celebraron la aprobación de la norma porque reconoce un derecho que permite evitar, a quien lo desee, situaciones insufribles.

A pesar del carácter voluntario, PP, Vox y algunos obispos siguieron sembrando miedo al distorsionar el verdadero alcance de la ley. Como todas las normas, esta también tendrá aspectos que se puedan mejorar, pero en lo que sí es garantista es en la cuestión del consentimiento. La norma exige que para que se aplique la eutanasia la persona se tiene que encontrar en pleno uso de sus facultades y prestar su conformidad libre, voluntaria y conscientemente y al menos en cuatro ocasiones durante todo el proceso. En caso de que no pueda, la persona deberá haber suscrito con anterioridad un testamento vital, voluntades anticipadas o documentos equivalentes legalmente reconocidos. Por lo tanto, los miedos alimentados por la derecha no tienen ningún fundamento. Su empecinamiento en prohibir la eutanasia se contradice con su constante reivindicación de la libertad.

La nueva norma permitirá evitar situaciones dolorosas y muchas veces indignas para las personas que las padecen. Y también para sus allegados, que quedaban acorralados entre el cumplimiento de la voluntad de la persona querida y la legislación vigente. Regular el derecho a una muerte asistida es un importante paso para construir una sociedad más libre y más humana.