Albert NAYA&punctSpace;MERCADAL
ESTAMBUL

HDP subraya que «no pararemos por el mero hecho de que nos callen»

El inicio de los trámites para el cierre del HDP se suma al cese de su diputado en el Parlamento turco Ömer Faruk Gergerlioğlu por reproducir un mensaje en redes. Para el peor de los casos, HDP baraja opciones para «expresar la voz de nuestros votantes».

«No os preocupéis, no duermo en el sofá, mis amigos me hicieron un buen colchón», afirma Ömer Faruk Gergerlioğlu, diputado del Partido Democrático de los Pueblos (HDP) mostrando su nueva casa a través del teléfono. Se encontraba en la sala de su partido del Parlamento turco, de donde –afirmaba– no iba a moverse. Horas antes, se leía en el estrado de la Asamblea Nacional de Turquía el texto que lo expulsaba, literalmente, de todas sus funciones como diputado por recaer sobre él una condena de prisión de 2 años y 6 meses por «hacer propaganda para una organización terroris- ta», algo que se resume en un retuit en 2016 cuando ni siquiera era diputado.

Paralelamente, el fiscal general de Turquía presentaba una demanda que iba más allá: disolver el partido pro-kurdo, acusándolo de tener vínculos con el Partido de los Trabajadores del Kurdistán (PKK), una demanda que los socios de Gobierno de Erdogan, el Partido Ultranacionalista (MHP), han repetido hasta la saciedad. La misma semana en que los kurdos celebran el Newroz, la fiesta que da la bienvenida a la primavera, muchos de ellos no tienen nada que festejar.

Larga persecución

La ofensiva del Gobierno turco contra el HDP viene de lejos. El partido es heredero de un largo historial de clausuras que empiezan en 1994 con el cierre del Partido del Trabajo de los Pueblos (HEP). Le sucedieron más de cinco formaciones, también clausuradas bajo los mismos pretextos. Ahora, la agrupación que comenzó en 2014 tiene una lápida preparada en el particular cementerio de los partidos prokurdos. Pero otros nacerán: «justo ayer estábamos hablando de opciones», apunta el diputado del HDP Hişyar Özsoy a GARA.

Es uno de los 55 integrantes del partido prokurdo que aún quedan en el Parlamento. «Vemos que la intención del Gobierno es cerrarnos el partido, por lo que tendremos que crear un nuevo mecanismo para expresar la voz de nuestros votantes. Tenemos varias opciones: crear un nuevo partido, agregarnos a otra formación o que cada diputado sea independiente», apunta. «No pararemos por el mero hecho de que nos callen. Intentaremos hacer otro», destaca.

De esta forma, el libro sobre la interminable historia de prohibiciones de partidos prokurdos en Turquía podría alcanzar otro capítulo. Pero todo tiene un tempo y no depende de ellos. «Aquí todo depende del presidente. No es un tema legal, es algo político», apunta el diputado.

Para el analista de la Universidad de Hacettepe Barış Tuğrul, el cierre tiene una explicación electoral. «Se trata de una ingeniería política a través de la cual Erdogan busca establecer un escenario político que le garantice seguir en el poder», indica. Todo esto tendría explicación en caso de nuevos comicios, algo que no debería ocurrir hasta 2023. «Las encuestas recientes indican que es muy posible que la oposición gane las siguientes elecciones, lo que le puede costar tanto la Presidencia como la mayoría parlamentaria», declara Tuğrul a GARA.

«Erdogan emplea cualquier tipo de intervención para que esta oposición no se consolide y el HDP es el elemento esencial», dice, añadiendo que aislar al HDP puede ser clave para que Erdogan se alce en un hipotético adelanto electoral.

Özsoy coincide al indicar que para convocar elecciones necesita quitarse de encima al partido prokurdo. «Antes de celebrar comicios necesitan paralizarnos, ya sea financieramente o poniendo a nuestros líderes en las cárceles. El HDP, para ellos, no debe ser funcional. Y, obviamente, Erdogan tiene miedo de que hagamos lo mismo que en 2019 apoyando a la oposición. De ser así, en las siguientes elecciones perdería, por lo que debe eliminarnos».

Y la eliminación pasa por las rejas o por la intimidación. Hablar en las redes sociales se ha convertido en un deporte de alto riesgo y políticos como el mismo Gergerlioğlu o Canan Kaftancioglu, líder del Partido Republicano (CHP) en Estambul, dan fe de ello. «Lo que quieren es silenciarnos. No lo han logrado y por eso siguen enviando gente a la cárcel. No hay nada criminal en un tuit. Quieren aterrorizar a la sociedad para que nadie critique al Gobierno», señala Özsoy. Y de no callarse, seguirán cayendo: HDP acumula decenas de ediles expulsados de sus cargos, centenares de detenidos y cada vez cuenta con menos diputados en el Parlamento.