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Israel se encalla en la obstrucción política ante coaliciones improbables

El primer ministro israelí, Benjamin Netanyahu, y los líderes opositores comienzaron ayer a mover ficha para explorar coaliciones, casi imposibles, a falta de mayorías para formar Ejecutivo y con el fantasma de unas quintas elecciones.

Las posibilidades de que Netanyahu sumara el apoyo externo del partido árabe Raam, de Mansour Abbas, para seguir gobernando se alejaron cuando su socio de extrema derecha, el Partido Sionista Religioso, la formación abiertamente racista y homófobo que ha conseguido entrar en el Parlamento israelí (Kneset), descartó sin titubeos esta opción.

«No se formará un Gobierno de derecha basado en Raam de Mansour Abbas. Punto. No desde dentro, no desde afuera, no por abstención, no por cualquier otro farol», escribió su líder, Bezalel Smotrich, en Twitter.

Netanyahu guardó silencio y arrancaron los contactos entre los partidos del heterogéneo bloque anti-Netanyahu que, también sin mayoría, hace cábalas para imaginar un Ejecutivo.

Los resultados definitivos no traerán sorpresas sobre lo que mostró el 99,9% del escrutinio: el bloque Netanyahu se quedaría en 52 escaños y el anti-Netanyahu, en 57; por lo que el derechista Yamina (7) y Raam (4) emergen como las llaves del Gobierno.

Si bien Netanyahu necesita las dos llaves para formar su Ejecutivo, el bloque opositor solo tiene que seducir a uno de ellos para alcanzar la mayoría de 61 diputados de los 120 del Parlamento.

La formación más votada de este bloque «del cambio», es la centrista Yesh Atid, de Yair Lapid, quien debería ocupar la jefatura del Gobierno de coalición. Pero esta opción está fuera de la mesa para una potencial unión de Yamina, que les llevaría a la mayoría, ya que su líder ultranacionalista Naftali Benet, no lo permitirá ni siquiera en un pacto de rotación.

Lapid intentaba anoche idear fórmulas posibilistas con la dirigente del mítico Partido Laborista, Merav Michaeli.