La Asociación de Bodegas de Rioja Alavesa (ABRA) solicitó hace más de cuatro años la inscripción en el registro de la UE de la Denominación de Origen Protegida (DOP) Arabako Mahastiak-Viñedos de Álava por desavenencias con la estrategia de la DOP Rioja. Tras la paralización de los trámites para abrir un período de negociación que no llegó a fructificar, ABRA retomó su proyecto y ahora Lakua ha estimado la solicitud.

En su resolución, Lakua resalta las notables diferencias de la comarca y la personalidad de sus vinos, y concluye que es necesario dar visibilidad a este origen y a las cualidades de los caldos alaveses. Más allá de las cuestiones reglamentarias sobre similitudes y diferencias que justifiquen o no una nueva denominación, lo cierto es que en la actualidad en el mercado domina cada vez más lo que los economistas llaman competencia monopolística. Los productores tratan por todos los medios de diferenciar su producto –bien sea por calidad, por servicio, por ubicación de la producción…– para lograr cierto poder que les permita influir sobre el precio de venta. Y las denominaciones de origen son una forma de lograr esa distinción. En este contexto, que algunos productores abandonen una marca conocida internacionalmente y se arriesguen a crear una nueva da la medida del malestar y de las profundas diferencias de modelo que coexistían en el interior de la DOP Rioja. Como suele ser habitual, las contradicciones se dan principalmente entre los intereses que defienden las grandes bodegas y distribuidoras, y las estrategias más ligadas a la tierra de las explotaciones familiares.

Una decisión valiente que apuesta por un modelo de agricultura sostenible y por el desarrollo local, y que además dibuja el contorno del país. A pesar de las virtudes de la iniciativa, el PNV –tributario de los intereses de las grandes bodegas– ha mantenido hasta ahora una posición poco clara. Sería deseable que a partir de este momento el proyecto contara con un inequívoco respaldo político.