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Ni así ni ahora


Casi nunca se pone el foco sobre ellos pero son la estructura básica de nuestro entramado institucional. Hablo de los concejos, los concejos alaveses. El concejo es asamblea vecinal y participación en la toma de decisiones, una forma de hacer política que hay que cuidar y mimar.

Iré más allá. Los concejos, como órgano de gobierno y de decisión, y las juntas administrativas, como órgano de representación y administración, son las entidades locales más antiguas que perviven en la actualidad alavesa, con plena autonomía en sus competencias y potestades dentro de su territorio.

Y es más, después de conocer estos datos, quizás seas más consciente de la fuerza que tienen los concejos alaveses: son propietarios del 80% del monte público alavés, del 70% del patrimonio público edificado y participan de una parte muy importante de la licitación pública de obras y servicios. Además de gestionar los servicios básicos de sus pueblos, mantienen, por ejemplo, los caminos rurales que dan acceso a lo que llamamos el campo y nuestros montes que sirven de solaz y esparcimiento a la población. Caminos, montes y espacios que son puro aire, puro oxígeno que muchas y muchos han y hemos valorado más todavía en una pandemia como la actual.

Pues bien, parece que hay quien no quiere respetarlos. Me explico.

El último domingo de noviembre de 2021, se celebrarán las elecciones para elegir a los representantes de los concejos alaveses, es decir, las juntas administrativas, para los próximos cuatro años.

Desde la Diputación de Araba se quiere modificar la norma foral que rige estas elecciones, pero, ya de paso, quieren también unificar la Norma Foral de Concejos, unificándolas en una sola Norma Foral de Concejos y Elecciones. Y todo ello lo quieren hacer este año, justo cuando se van a celebrar las elecciones en los concejos.

Seamos sinceros. Sin entrar a valorar las posibles modificaciones que se planteen, creo que la norma foral de elecciones, es perfectamente válida, legal y constitucional para celebrar las elecciones de este año con plenas garantías. Pero hay más razones para no proceder a su modificación en este momento.

La Unión Europea, en su código de buenas prácticas en materia electoral dice que «los elementos fundamentales del derecho electoral [...] no debería ser modificable menos de un año antes de una elección, o debería estar plasmado en la constitución o en un nivel superior al de la ley ordinaria». Solamente con esta consideración, desde el ejecutivo de la Diputación deberían de abandonar su idea de modificar la norma foral de elecciones en este momento, retomándola en cuanto se celebren las elecciones y los nuevos cargos electos hayan tomado posesión.

Además, no se entiende muy bien el empeño de unificar dos normas forales que regulan y reglamentan dos facetas totalmente diferentes en el devenir de los concejos. La primera, la Norma Foral de Elecciones a Regidores y Vocales, son elecciones que se celebran como el resto de instituciones, es decir, cada cuatro años y eligen a sus representantes. Por otro lado, la Norma Foral de Concejos, reglamenta las competencias de los propios concejos, es decir, se decide que pueden hacer y donde pueden gastar sus dineros los propios concejos.

Ni una es más importante que la otra, ni ninguna de las dos sobra: ambas son necesarias pero de verdad. No entendemos qué beneficio puede traer su unificación. Es curioso, porque el resto de entidades locales o forales tienen perfectamente diferenciadas en leyes distintas su régimen de funcionamiento y su regulación electoral y nadie se plantea unificarlas. Alguna razón habrá.

Los propios concejos, las asambleas vecinales, deben ser los protagonistas en la modificación de la norma que va a regir sus comunidades. Ya vale, es hora de que «otros» se amolden a la realidad de los concejos. Es necesario que nos amoldemos a los tiempos de los concejos, de sus deliberaciones y de su toma de decisiones, para que, de esta manera, el conocimiento de las posibles modificaciones sea el mayor posible entre las vecinas y vecinos de los pueblos alaveses.

En definitiva, no nos negamos a las modificaciones y actualizaciones que sean necesarias en las normas citadas, no es eso lo que nos preocupa. Por si alguien no lo sabe, los concejos llevan siglos amoldándose a los tiempos y a los cambios. Lo que nos preocupa es la prisa que parece tener el ejecutivo de Diputación para modificar y unificar ambas normas.

Algo no nos cuadra pero tenemos claros varios puntos: que no debemos mezclar las dos normas citadas, que en año electoral no es el momento de cambiar las reglas de las elecciones, que tenemos que respetar los tiempos de deliberación y decisión de los concejos para poder socializar al máximo los posibles cambios y modificaciones y que podemos empezar este proceso después de las elecciones y toma de posesión de los nuevos cargos.

En definitiva, el concejo es participación, decisión y entendimiento. Así lo entiendo yo por lo menos; pero quienes forman el Gobierno Foral, PNV y PSE, no quieren saber nada de estos términos y prácticas. Las modificaciones que pretenden imponer no pueden llevarse a cabo ni así ni ahora. Parece que a estas alturas no son conscientes de que hablamos de unas normas que condicionarán el día a día de las vecinas y vecinos de los concejos. Un poco de respeto, que ya va siendo hora.