APR. 02 2021 KOLABORAZIOA Cómplices de la ocupación marroquí Jesús Valencia El 13 de noviembre de 2020, ocurrió en el Sahara lo previsible: el Frente Polisario retomó las armas tras respetar, desde 1991, un alto el fuego que Marruecos nunca cumplió. Han pasado los meses y asistimos a un fenómeno sorprendente: en un mundo estrechamente comunicado, esa confrontación armada ha quedado relegada a la penumbra. ¿Qué ha sucedido? La monarquía marroquí utiliza numerosas artimañas para que la causa saharaui desaparezca de los focos de interés. Referiré una de ellas por lo que nos incumbe. El régimen de Rabat promueve la llegada de delegaciones extranjeras, las agasaja con esplendidez y las pasea por el Sahara ocupado como si de territorios marroquíes se tratara. Truco para legitimar la ocupación, encandilar al capital extranjero y proyectar una imagen de normalidad que no corresponde con la realidad. El 15 de marzo aterrizó en Marruecos una estrambótica delegación. La conformaban empresarios vascos de diversos sectores y, sorprendentemente, el director deportivo del Athletic de Bilbao femenino. ¿Qué pintaban las neskas futbolistas en aquel conciliábulo capitalista? Presidía la comitiva María Tato, dama que dirige 34 empresas y la Federación Española de Futbol Femenino. No era difícil adivinar las intenciones ocultas de tan pintoresca cofradía; sus hechos y dichos pronto las confirmaron. Se reunieron en Rabat con altos cargos de la Administración marroquí y su presencia, entre sonrisas y canapés, legitimaba a un régimen despótico. La directora de la delegación elogió el buen hacer de Mohamed VI. Pudo haber contrastado su opinión con la de la población saharaui, pero, dado que no lo hizo, bien pudo haber refrescado su memoria; también aquí conocemos las gracias del monarca alauí. En agosto de 2015, mujeres vascas quisieron reunirse con sus homólogas saharauis. No fue posible; una dotación de la policía marroquí se lo prohibió. Cuatro años más tarde el Parlamento Vasco envió una delegación oficial de cuatro parlamentarios para que conocieran la situación de cerca. No tuvieron mejor suerte; un portavoz policial se plantó en la puerta del avión para que no pudieran descender y les mandó volver por donde habían llegado. La actual delegación cumplió el guion que Rabat les señalo: visitar Al Aiun y significarla como «importante capital marroquí del Sahara Occidental». De acuerdo al protocolo, se reunieron con el wali de la región y con el gobernador de la provincia, cargos oficiales de una Administración colonial sostenida por las armas. Como no podía ser de otra forma, elogiaron las maravillosas instalaciones deportivas construidas por la monarquía alauí, escucharon las seductoras ofertas empresariales que les hicieron y prometieron regresar para cerrar contratos. ¡Otra vez la mala memoria! Debieran recordar que, en el 2012, el Parlamento Vasco pidió por unanimidad a la UE que, al negociar nuevos acuerdos pesqueros con Marruecos, excluya las aguas territoriales del Sahara Occidental para respetar los derechos saharauis. Acabó la gira en la turística ciudad de Dajla. De nuevo doña María perdió los papeles. En esta ocasión elogió la «seguridad que se respira en esta maravillosa ciudad marroquí». Por aquellas mismas fechas, el Frente Polisario remitió una nota a la empresa española de congelados Rosarito instalada en dicha ciudad. Le recordaba que está instalada en zona de guerra. Un perspicaz cronista captó las intenciones de la visita, aunque sacó una conclusión equivocada. «Marruecos está logrando un avance significativo en el País Vasco, una región española conocida por su apoyo incondicional al Polisario». Es verdad que la delegación intentó lavar la cara a Marruecos pero suponer que Euskal Herria ha dado la espalda al pueblo saharaui, es mucho suponer. El cronista se equivoca de lleno.