EDITORIALA
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Una crisis general que requiere de información veraz y crítica

El cierre y las restricciones a la hostelería están teniendo un efecto directo en la venta de periódicos y su difusión. La cultura de prensa es una de las virtudes sociales de las que se ha jactado la sociedad vasca: en general, en Euskal Herria se publica mucho periodismo, es de cierta calidad y diverso, se consume mucho y eso favorece una opinión formada y una perspectiva crítica en una parte relevante de la ciudadanía. Claro que el país y su prensa no son ajenas a los cambios culturales, generacionales, tecnológicos y socioeconómicos. La crisis es general, pero aquí tiene elementos de decadencia particulares.

Merece la pena dar un repaso sumario a lo que da de sí una semana en un periódico, en este caso GARA, para valorar la libertad de prensa y el pluralismo, y cómo se puede desequilibrar una sociedad si estas merman.

La infodemia provocada por las instituciones

Una de las funciones del periodismo es ejercer el control de los poderes políticos y económicos. En la pandemia esas estructuras y sus dirigentes aparecen superados. No aceptan críticas, se empeñan en dar una imagen que no casa con la vivencia de la mayoría. Ante esa desidia institucional la gente se enfada o desconecta: en las últimas elecciones uno de cada dos electores no votó.

En ese afán por maquillar su gestión, se ocultan datos relevantes y se distorsiona la realidad. Por ejemplo, se coge perspectiva al saber que en el año de pandemia han muerto en Hego Euskal Herria 5.278 personas por covid-19, y que a nivel mundial solo doce países superan la tasa de mortalidad vasca. Una barbaridad.

La situación no mejora y la CAV ha registrado los peores datos de ingresos y pacientes UCI en un año. Sin embargo, PNV y PSE registraban una propuesta para que la consejera de Salud, Gotzone Sagardui, comparezca menos en el Parlamento, porque según ellos la pandemia se ha «estabilizado». La propia Sagardui había calificado la víspera la situación de «preocupante».

Preocupante es que un gobierno no rinda cuentas. Eso no quiere decir que no defienda sus decisiones, como bien demuestra hoy en su entrevista la consejera navarra, Santos Indurain. Todo el mundo acepta lo difícil de la situación y por eso la ciudadanía es más comprensiva con la autocrítica que genera aprendizaje y muy poco permisiva con la soberbia incompetente.

Por eso, trabajadores del sector público y estudiantes se han movilizado esta semana en defensa de sus derechos, un mejor servicio, inversiones y un trato justo.

Agendas ocultas y marcos ajenos

El periodismo debe tener también una ambición ilustradora y crítica. El regreso del exilio de Joseba Sarrionandia era una gran noticia para la literatura y la cultura vasca. El mimo o la frialdad notarial a la hora de contar ese retorno dicen mucho sobre las referencias, los marcos y las fronteras de cada medio. En este sentido, la Ley Molac en apoyo de las lenguas minorizadas es histórica y ha tenido un apoyo unánime entre los electos y cargos vascos. El país se cercena desde el enfoque.

En una de las fronteras que la pandemia ha elevado varios metros, en la orilla del Bidasoa, moría ahorcada una persona llegada desde Eritrea en busca de asilo. Otro joven marroquí de 18 años se suicidaba en Donostia, en un piso del Gobierno de Lakua. Harrera Sarea denunciaba «la frontera racista de Hendaia».

La condena en EEUU al policía Derek Chauvin por el asesinato de George Floyd coincidía con la noticia de que el único condenado por la muerte de Iñigo Cabacas no entrará en prisión. A estas alturas, eso no hubiese supuesto ni justicia ni reparación, pero acrecenta la sensación de impunidad. A la vez, agentes de la Ertzaintza lucen lemas en defensa de la actuación criminal de policías como Chauvin, sin reproche de sus superiores.

Dentro del marco habitual para algunos, en Madrid, PP y Vox suman sin complejos. La izquierda española se topa de frente con las costuras del régimen del 78, tras cincuenta años de negacionismo. La batalla de Madrid puede decantar bloques para un tiempo.

En ese afán por ilustrar, esta semana se señalaba que “El gran dictador” de Charles Chaplin se estrenó hace 80 años. También se han contado el primer vuelo del Ingenuity en Marte o el auge y caída de la Superliga. No todo es política, dicen, y quizás sea cierto. Igualmente, no todo es periodismo. Por eso, en estos tiempos convulsos y repletos de mentiras, es necesario poner en valor las cosas que pueden hacer a un pueblo y al mundo mejores.