Al menos cinco personas murieron ayer en Yamena y en el sur de Chad –según fiscales locales– en protestas esporádicas contra la junta que tomó el poder tras la muerte del presidente Idriss Déby Itno hace una semana. El general Mahamat Idriss Déby, el nuevo hombre fuerte del régimen, prometió en un discurso televisado organizar «un diálogo nacional inclusivo» durante un período de transición de 18 meses, pero justificó la suspensión de la Constitución y el Parlamento y la toma del poder por parte del Consejo Militar de Transición (CMT) porque «la guerra no ha terminado y la amenaza de ataques por parte de otros grupos armados desde el exterior permanece».

«Chad seguirá manteniendo su rango y asumiendo sus responsabilidades en la lucha contra el terrorismo y respetará todos sus compromisos internacionales», declaró también el nuevo presidente de Chad, un aliado estratégico de Occidente en la lucha contra los yihadistas en el Sahel. El hijo del difunto mandatario no mencionó las protestas en el comunicado. La Convención Chadiana para la Defensa de los Derechos Humanos elevó a siete el número de personas muertas en Yamena y dos en Moundou.

Como lo hacía sistemáticamente su padre, que gobernó el país con mano de hierro durante tres décadas, Mahamat Idriss Déby, que encabeza el CMT, había prohibido las manifestaciones, convocadas por la oposición y la sociedad civil para denuncian un golpe institucional y una sucesión dinástica en el poder.

El presidente francés, Emmanuel Macron, que tiene al Chad como principal aliado militar en la región, «condenó la represión en los términos más enérgicos» y pidió «una transición pacífica, democrática e inclusiva». En una declaración conjunta con los países del G5 Sahel (Mauritania, Mali, Burkina Faso, Níger, además de Chad), expresó su apoyo al «proceso de transición cívico-militar».

A la vez, al menos 12 soldados chadianos murieron en el ataque de yihadistas en una posición del Ejército en la región del lago Chad en el oeste del país.