GARA Euskal Herriko egunkaria
SOLIDARIDAD CON PALESTINA, SAHARA, KURDISTÁN Y COLOMBIA

CUATRO LUCHAS, UNA MISMA EXIGENCIA: RESPETO A LOS DERECHOS HUMANOS

PALESTINA, SAHARA, KURDISTÁN, COLOMBIA. CUATRO CONFLICTOS Y LUCHAS SE UNIERON AYER EN LAS CALLES DE DONOSTIA CON SUS BANDERAS Y REIVINDICACIONES EN CONTRA DE LA REPRESIÓN, LA OCUPACIÓN, LA INVASIÓN, EL COLONIALISMO, EL PATRIARCADO… UNA EXIGENCIA COMÚN, RESPETO A LOS DERECHOS HUMANOS Y A LOS PUEBLOS.


Bajo el lema «Bizitza, bakea eta demokrazia. Solidaridad con Palestina, Colombia, Sahara y Kurdistán», las calles de Donostia se llenaron ayer de banderas de estos cuatro países. Cuatro conflictos y una exigencia común: respeto a los derechos humanos, a la vida y a la paz.

Maryam Fathi vive desde hace cinco años en Bilbo. Hace más de diez años que llegó al Estado español como refugiada política. En su infancia y adolescencia vivió los bombardeos turcos, «sé perfectamente lo que han sufrido los niños y mujeres en Gaza», subrayó en declaraciones a GARA minutos antes de comenzar la manifestación. «Desde bien pequeños, los kurdos conocemos las luchas que se dan en otros lugares del mundo; Palestina, Chiapas, Colombia, Catalunya, Euskal Herria… Estamos aquí como pueblos en resistencia, en contra de las políticas de asimilación, la represión, la ocupación, la invasión, los genocidios y las injusticias sociales y políticas que se están cometiendo por parte de estados fascistas, genocidas apoyados por el sistema patriarcal capitalista», remarca.

«Turquía, Estado miembro de la OTAN, lleva años bombardeando las ciudades, las montañas y lugares estratégicos y ha ocupado varias zonas aplicando cambios demográficos sistemáticos, limpieza étnica, violación y extorsión. El régimen de Irán está torturando y ejecutando a presos políticos, no solo kurdos sino también a chiíes, árabes y de otras naciones en lucha. Y en Siria, el autogobierno democrático está sufriendo bloqueos económicos, humanitarios y está bajo la amenaza diaria del Estado turco y de sus mercenarios radicales islamistas».

Como exiliada, admite que «cuando ves a tu pueblo sufrir, tú también sufres. Vivir en el exilio es una forma de sacrificio, aunque también es un aprendizaje de las luchas y resistencias de otros pueblos».

«Sultana, un símbolo»

Hija de padre palestino, Nora Birawi puso voz a la represión en las ciudades ocupadas, en la explanada de las mezquitas, a la ofensiva militar en la Franja Gaza. «Desde la distancia, mi padre ha vivido con mucha impotencia está última agresión contra Gaza. Palestina tiene derecho a la paz y a vivir en libertad, pero eso es incompatible con la política de apartheid que practica Israel. Resulta patético ver el apoyo internacional que aún tiene Israel sabiendo lo que está haciendo. En 2019, por ejemplo, Eurovisión se celebró en Jerusalén. Israel siempre trata de darle la vuelta a la tortilla y contar una historia totalmente diferente», destaca.

Taquío Jafri, saharaui, afirma que para comprender lo ocurrido en Ceuta «hay que retrotraerse a 1975, cuando lo pactado entonces entre Madrid y Rabat ha dejado a España bajo un chantaje que vemos a diario. Esta crisis migratoria no existe como tal, nosotros la vemos como una manera del régimen marroquí de chantajear al Estado español por haber recibido por razones humanitarias al secretario general del Frente Polisario».

Preguntado sobre qué representa Sultana Khaya, que lleva más de tres meses en arresto domiciliario y recientemente ha denunciado haber sido agredida sexualmente por agentes marroquíes en su domicilio, Jafri remarca que «lleva una década sufriendo lo que nadie jamás sería capaz de describir. Es un símbolo de lucha y resistencia».

A su lado, Magreht Nieto, colombiana, insta al Gobierno de Ivan Duque a permitir la visita al país de una delegación de la Corte Interamericana de Derechos Humanos y a brindar garantías para el ejercicio de la protesta y para la mesa de negociación. «Que deje de criminalizar a los manifestantes llamándolos vándalos y que asuma el mal manejo que está haciendo en todos los temas. Quiere convertir la salud en un negocio para unos pocos y en un suplicio para la mayoría de los colombianos. Son muchos años de corrupción, de cuatro familias que manejan a sus anchas los recursos del país», destaca.