GARA Euskal Herriko egunkaria
EDITORIALA

Salud penitenciaria, un debate pertinente


La Sociedad Vasca de Medicina de Familia y Comunitaria Osatzen organizó ayer una jornada sobre salud penitenciaria. Un debate muy oportuno por varias razones. En primer lugar, porque el pasado mes de abril se firmó la transferencia de política penitenciaria a la CAV, tras 42 años de Estatuto. Una nueva competencia que abre la posibilidad a otros enfoques de la política penitenciaria en los que no primen, como hasta ahora, los aspectos punitivos. Y esas nuevas perspectivas deben tener en cuenta, entre otras cosas, el derecho a la salud de las personas encarceladas, lo que significa hablar de las condiciones de vida en las prisiones. El hacinamiento, las instalaciones obsoletas y los espacios reducidos conforman un ambiente que desde el punto de vista de la salud, tanto física como mental, es peligroso. Además de las condiciones de vida, es también importante para la salud el trato que se dispensa a los presos y presas. En este sentido, algunos regímenes, como el aislamiento, han sido calificados como trato inhumano y degradante por organismos internacionales. Tampoco se tiene especial consideración hacia los casos de enfermedades graves e incurables, enfermos mentales y también a niños y niñas que viven en prisión. Desde la salud, por tanto, se abre un amplio campo para desarrollar otra política penitenciaria más humana.

En segundo lugar, en las cárceles vascas siguen muriendo presos. El año pasado fallecieron seis personas en la prisión de Zaballa donde, según el juzgado de Vigilancia Penitenciaria de Bilbo, es más fácil adquirir medicamentos sicotrópicos que drogas, debido a la falta de supervisión de los responsables sanitarios que dependen de Lakua. Esta ausencia de seguimiento no deja en buen lugar la labor realizada hasta ahora y subraya la importancia de revisar prácticas y actitudes para la cárcel no se convierta en la última morada de las personas encarceladas.

Hablar sobre salud penitenciaria es pertinente porque, más allá de que se haya firmado la transferencia de prisiones, la cárcel por definición no es un entorno saludable.