Eugenio Pérez Vicente
Basauri
KOLABORAZIOA

En recuerdo y memoria de Alfonso Beraza

Amigo Alfonso: Pasados unos días desde que nos dejaste, y aunque me cueste un poco expresar por escrito todo lo que siento y pienso, lo primero, como dice la canción, «Gracias por haberte conocido…».

Gracias por todo lo que nos enseñaste y por tu capacidad de formar grupos de jóvenes, mujeres, trabajadores, etc., para crear una conciencia crítica contra todo tipo de injusticias.

Recuerdo las misas que hacías en Pozokoetxe, a las que también asistíamos personas de otros barrios de Basauri, y que tú tenías la habilidad de convertir en auténticas asambleas populares y en las que participábamos mucha gente.

Pero todo lo que nos enseñabas, tú lo completabas con el ejemplo práctico de estar el primero en la lucha. Nunca te quedabas en la retaguardia.

Como decíamos el día de tu despedida, eras bastante despistado y dejabas rastro por donde ibas. Algo peligroso en aquel tiempo en el que muchas veces teníamos que movernos en la semiclandestinidad.

Pero también ibas dejando un poso y una conciencia de clase que contagiaba a todas las personas que te iban conociendo. Eso es lo que no soportaban la Guardia Civil y demás fuerzas represivas. Por eso siempre estuviste en su punto de mira. A veces hasta físicamente. Y que en momentos de mucha presión tuvieras que desaparecer algunos días, como la vez que pasaste unos días en nuestra casa de Madrid cuando nosotros vivíamos allí.

Algunas veces teorizábamos sobre qué era primero, si la lucha social o la cuestión nacional. Pero tú lo tenías muy claro y lo solucionabas en la práctica estando en primera línea en la luchas obreras, en las del barrio, o como, por ejemplo, organizando viajes en coche para asistir al Consejo de Guerra contra militantes vascos en Burgos.

Sin entrar en anécdotas concretas, porque no tendríamos suficiente espacio, gracias Alfonso por ser como eras, gracias por todas las convivencias que nos organizabas, gracias por todo lo que aprendimos de ti, gracias por todo lo que nos diste, pero, sobre todo, gracias por todo lo que nos dejaste.

Pienso que somos muchas las personas que de alguna manera nos sentimos herederas de esa forma de entender y de estar en la vida.

Nuestro compromiso tiene que ser no guardarnos esa herencia, sino compartirla y no dejar que se pierda.

También gracias a ti, Mari Carmen, compañera de Alfonso, por haberle acompañado y cuidado hasta el último momento.

Y termino como empezaba; gracias Alfonso por haber tenido el honor de conocerte y compartir momentos importantes de nuestras vidas.

Agur eta ohore, Alfonso.