Raimundo Fitero
DE REOJO

Miopía

Los expertos, tras muchos estudios, estadísticas y sesiones interminables para decidir si hacerlo público o no, indican que ha crecido la miopía infantil en estos meses de confinamiento. Dicho así, me parece un anuncio cooperativo de las ópticas y los fabricantes de gafas. Pero cuando nos señalan las causas de este crecimiento empezamos a acurrucarnos y se nos congela un encogimiento de hombros debido a la dificultad para comprender en términos sociales, culturales y sanitarios los posibles motivos de esa pandemia sobrevenida. Aseguran que se debe a la falta de contacto con el sol. Dicho así parece una obviedad, pero si miras otra vez por la ventana, en unas fechas como ahora que nos acercamos al día más largo del año, parece inverosímil.

Y sin embargo se está planteando desde hace años, antes de la circunstancial pandemia, como una cuestión sanitaria de primer orden de tal manera que consideran que para dentro de unos cuantos años el número absoluto de miopes en las sociedades avanzadas, será muy alto. Parece ser una enfermedad que se genera en los núcleos urbanos más desarrollados, donde existe una mayor paranoia sobre la seguridad, lo que hace que los niños y niñas, no están el suficiente tiempo jugando al aire libre, en contacto con el sol y eso produce una insuficiencia de vitaminas y proteínas que deteriora el crecimiento de los ojos. Por ejemplo, es algo extendido de manera casi pandémico en Corea del Sur. Por poner un ejemplo reconocible.

El sol como fuente de vida incuestionable. La miopía como consecuencia de encerrarse en las casas por prescripción médica o de los prejuicios y miedos nuevos sobre los peligros de estar en la calle. Modelos de vida que van contra la salud, en este caso la ocular, que provocan miopía, debido a la miopía política de quienes deberían proponer soluciones.