Raimundo Fitero
DE REOJO

Más leña

Leña al mono que es de goma era, o es, uno de esos gritos cuartelarios que llevan en su formulación una mirada violenta sobre los otros. Leña, en el sentido de palos, de golpes, porque en la India, donde la pandemia ha alcanzado cifras tormentosas, se encuentran cadáveres en las orillas del Ganges porque los familiares no tienen dinero para pagar la leña necesaria para hacer la pira mortuoria, ese rito de despedida a los deudos que forma parte de la idiosincrasia de estos pueblos que hacen de una arteria fluvial un signo de vida y de reposo final. Un río que lleva a la espiritualidad desde una relación física de primer orden.

Ante la falta real, tenebrosa, de la leña necesaria para la incineración de los seres queridos, allá donde la proliferación de tantos infectados ha dado nombre a una variante de la covid-19, en otras penurias políticas demenciales lo que hacen es echar más leña a su propia pira, a esa hoguera que no purifica, sino que chamusca la convivencia y que en sus cenizas se puede leer el mal destino de ese hombre ignorante e insignificante. Pablo Casado es un ninot de plastilina en la política española. 

Los indultos les ponen de los nervios, las noticias que les llegan de Europa les desquician, ya no les quedan más cornetas que las de los trasnochados soldaditos de mierda de la nostalgia del fajín y la condecoración con paga, por lo que se desmelenan y les sale toda la bilis autoritaria hasta emular a su admirado Franco, que les decía a sus ministros, »ustedes hagan como yo, no se metan en política», que es lo que reprocha a empresarios o cardenales por opinar diferente a sus tesis involucionistas. La sociedad civil fuera de los campos de fútbol les da miedo. Las organizaciones que representan a minorías no alienadas en partidos políticos son su obsesión. Molestan tanto en la meseta como en el oasis.