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EDITORIALA

Armas en EEUU: del control a la reducción


Las armas matan anualmente a más gente que los accidentes de tráfico en EEUU. Son, además, la principal causa de muerte entre niñas, niños y adolescentes. Se podrían añadir muchos más datos sobre el daño que causa su proliferación entre la población civil, con registros propios de un Estado fallido. Sin embargo, la industria del armamento y el poderoso lobby organizado alrededor de la Asociación Nacional de Rifle han conseguido frenar multitud de iniciativas para controlar su venta.

A pesar de la presión contraria a cualquier restricción, se establecieron ciertos controles como la verificación de antecedentes antes de la compra de un arma de fuego para evitar que personas que hayan cometido delitos graves, tengan orden de alejamiento por violencia machista o padezcan enfermedades mentales puedan adquirirlas. No obstante, la realidad es que existen muchas vías –entre las que destaca la venta por internet, la compraventa entre familiares o las adquisiciones en ferias– en las que no se exige ninguna clase de comprobación. De hecho, se calcula que casi una de cada cinco personas que posee un arma no ha pasado ningún control previo. Así las cosas, varias asociaciones exigen a la nueva Administración que cierre esas vías de venta descontrolada de armamento en un nuevo intento por reducir las muertes por armas de fuego. Una iniciativa que de prosperar dificultará que personas con aviesas intenciones puedan obtener con facilidad armas y, sin duda, ayudará a reducir las muertes violentas.

No obstante, la cuestión es más general. Un arma empuja a su propietario a utilizarla. Una vez comprada se queda en el cajón o en la guantera esperando a ser usada, y cuando en un momento de tensión se empuña, hasta la persona más equilibrada puede perder la cabeza. Controlar su venta es un paso, sin duda importante, para reducir los tiroteos, pero hasta que no se restrinja su venta, difícilmente se logrará disminuir el número de muertes. Más armas no dan más seguridad, sino más accidentes indeseados, pero ese es un cambio cultural que necesita tiempo.