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EDITORIALA

LGTBI, como comunidad y con orgullo de país


El Día Internacional del Orgullo LGTBI ha venido marcado en Euskal Herria por noticias como la brutal paliza homófoba de Basauri o la proliferación de pintadas de odio contra los homosexuales y transexuales. Hay motivos para la preocupación, síntomas de regresión. Tras unos años de reconocimiento, de expansión y protección legal de derechos, el aire se ha vuelto más irrespirable, un clima de homofobia se va imponiendo en el ambiente, en medio de una ofensiva ultraconservadora y su cruzada contra las «ideologías de género». Hay motivos para la preocupación. Para Euskal Herria como comunidad y no solo la comunidad LGTBI.

Una mirada al mundo y la realidad se vuelve más preocupante. Hay casos como la reciente decisión unánime e innovadora del Tribunal Superior de la India de revocar la prohibición de la era colonial sobre las relaciones homosexuales consensuadas, que son afirmación de la dignidad humana. Una prueba de cómo se pueden corregir errores que durante mucho tiempo han penalizado, incluso aterrorizado, a los miembros más vulnerables de la sociedad, errores que los políticos han preferido ignorar. O peor aún, atizar y utilizar en su beneficio. Ahí están Brasil, Rusia, Irán y Turquía, presidentes como Bolsonaro que dicen preferir «un hijo muerto a un homosexual».

La preocupación, sin embargo, no debe llevarnos a la inacción, a escondernos, a inhibirnos. Debemos confiar en nuestras fuerzas como pueblo, en la resistencia del colectivo LGTBI, en su tenaz lucha por la conquista de sus derechos. Porque este no solo es un asunto de homosexuales y transexuales. Un retroceso en sus derechos es un retroceso en los derechos de toda la comunidad vasca. Precisamente porque ataca a una de las bases con las que debemos construir el futuro. Defendiendo los derechos conquistados, frente a toda expresión de odio o agresión que aliente la homofobia y la transfobia. Y poder construir un país libre.