El secretario de Estado de EEUU, Antony Blinken, afirmó ayer que los ataques contra las milicias proiraníes en Irak y Siria, en los que murieron una docena de combatientes, suponen un «importante y fuerte» mensaje para evitar más ataques contra los intereses norteamericanos.

Según el Pentágono, estos bombardeos fueron la represalia por los ataques de los que EEUU culpa a las facciones iraquíes leales a Irán. Desde principios de 2021, más de 40 ataques con cohetes o drones han tenido como objetivo los intereses estadounidenses en Irak. Por ello, Blinken calificó los bombardeos como «acciones de autodefensa» y la Casa Blanca habló de «una medida necesaria, apropiada y deliberada» para «evitar una escalada».

Y, frente a las críticas que llegaron desde el propio Congreso estadounidense, defendió que está «ajustada a la legalidad nacional e internacional». El senador demócrata Chris Murphy expresó su temor de que se esté entrando en un patrón de hostilidades propias de una guerra.

La respuesta no tardó y las milicias atacadas lanzaron varios obuses contra una base militar estadounidense en el campo petrolero de Al-Omar, en la provincia siria de Deir Ezzor.

Previamente, el Pentágono afirmó que, por orden de Joe Biden, atacó durante la noche del domingo centros operativos y depósitos de armas en dos lugares de Siria y uno de Irak que eran utilizados por milicias respaldadas por Irán «involucradas en ataques con vehículos aéreos no tripulados contra personal e instalaciones estadounidenses en Irak».

Según el Observatorio Sirio de Derechos Humanos, las bombas destruyeron un almacén y una posición de las milicias iraquíes de Hashed al-Shaabi cerca de Bukamal.

Los ataques, además de un mensaje a las milicias, son un recado para Teherán en un momento en el que se negocia el regreso de EEUU al acuerdo que limita el programa nuclear iraní a cambio de un alivio de las sanciones internacionales.

Por su parte, el Gobierno de Damasco condenó la «violación flagrante» de la soberanía territorial, mientras que el primer ministro de Irak, Mustafa al-Kazimi, reiteró su negativa a que se utilice su país «como base para ajustar cuentas» y denunció una violación flagrante de la soberanía iraquí.

Hashed al-Shaabi confirmó la muerte de cuatro de sus miembros cuando cumplían «con su misión habitual de evitar la infiltración» de yihadistas de Siria y negó que estuvieran involucrados «en ninguna actividad hostil a la presencia extranjera en Irak». Integrada en las tropas regulares, Hashed tiene gran influencia en Irak, escenario en el que dos grandes enemigos como Irán y EEUU –que conserva unos 2.500 efectivos en el país– mantienen ámbitos de control.

Segundo bombardeo mortal con Joe Biden en la Casa Blanca

El bombardeo de una posición de milicias proiraníes en Siria, con 22 muertos, fue la primera advertencia del Gobierno de Joe Biden el pasado 26 de febrero, después de una serie de ataques contra EEUU en Irak. Pero Washington ya ha llevado a cabo varios ataques desde finales de 2019. El más relevante, el 3 de enero de 2020, mató al general Qassem Soleimani, arquitecto de la estrategia iraní en Oriente Medio, y a su lugarteniente Abu Mehdi al-Muhandis, número dos de Hashed al-Shaabi. GARA