EDITORIALA

Retirada de Afganistán por la puerta de atrás

El presidente de EEUU, Joe Biden, ha decidido retirar todas las tropas estadounidenses de Afganistán. Y ha apostado por una retirada basada en el calendario y no en las condiciones, lo que significa que se va de Afganistán no porque las condiciones sobre el terreno sean propicias para la paz o la estabilidad, sino porque la guerra es impopular en el ámbito doméstico y porque cree que la guerra con los talibanes es, en última instancia, imposible de ganar. Una retirada así es un recordatorio insoportable de todo lo que EEUU ha perdido y lo poco que ha ganado. Es una retirada sin decoro, por la puerta de atrás, abandonando el país al caos y la guerra civil.

La guerra de Afganistán ha sido la más larga de la historia para EEUU y sus aliados. Comenzó con la invasión que siguió a los ataques de Al Qaeda el 11 de setiembre de 2001. Se buscaba destruir a esa organización y derrocar a los talibanes. Inicialmente el éxito fue espectacular, marcado por bombardeos masivos y el colapso inesperado de Kabul, pero después la campaña militar empezó a patinar, a verse comprometida y, al final, incluso se enfrentó a la derrota. Las ambiciones de las fuerzas occidentales se basaron durante mucho tiempo en visiones idealizadas del orden de posguerra, pero nunca comprendieron las realidades regionales y las capacidades militares. Los talibanes se reagruparon y rearmaron. Y demostraron ser capaces de sostener durante largos años de una sangrienta guerra de desgaste. Casi 20 años después, Biden ha decidido poner fin a una guerra impopular e imposible de ganar.

EEUU se va pero la guerra no ha terminado. Al contrario, se está intensificando. Lo que ha cambiado es que EEUU se lava las manos. Se va sin ceremonia ni fanfarria, casi a escondidas. Pero Afganistán sigue instalada en la catástrofe. Impusieron un cambio de régimen por la fuerza en Kabul y prometieron construir un nuevo país con leyes forjadas a su propia imagen, pero han fracasado con estrépito. Su aventurismo ha dejado daños inconmensurables, letales y duraderos. Sus responsables aún no han rendido cuentas.