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EDITORIALA

La emergencia climática desborda a la UE


La Comisión Europea presentó ayer un paquete normativo llamado “Fit for 55” (En forma para el 55) con la intención de reducir en un 55% las emisiones para 2030. Recoge un amplio conjunto de medidas que van desde la prohibición de la venta de automóviles con motor de combustión, incluidos los híbridos, a partir de 2035, hasta el impuesto al queroseno de aviación, pasando por un sistema para gravar las importaciones de productos que generen muchas emisiones. Las organizaciones ecologistas, sin embargo, calificaron la propuesta de poco ambiciosa.

Como suele ser habitual en la Unión Europea, se mima mucho el lanzamiento de las iniciativas legislativas con titulares impactantes que luego se diluyen cuando se observan los plazos o se lee la letra pequeña. El impuesto al queroseno de aviación, por ejemplo, ya existe en otros países y no ha tenido un impacto catastrófico como auguran las compañías aéreas. Además, la propuesta deja fuera al transporte aéreo de mercancías, más contaminante puesto que usa aviones más antiguos y combustibles de peor calidad, amén de que no se cuestiona la discutible utilidad de desplazar ciertos productos –especialmente de lujo– por vía aérea. También quedan fuera los viajes de negocios en jets privados, que tampoco parecen fundamentales en la era de las videollamadas. Otro ejemplo de los sinsentidos es la actual normativa de emisiones para automóviles. La UE estableció un tope máximo muy reducido pero que podía aumentar en proporción al peso del vehículo. De esta manera ha conseguido que se vendan automóviles cada vez más pesados –mover más peso para desplazar a una persona no parece ni racional ni ecológico– y con ello, además, han logrado que las emisiones continúen creciendo. Otro éxito rotundo frente a la emergencia climática.

Los lobbies mandan en las altas y lejanas instituciones europeas y al final será la gente corriente la que termine pagando la crisis climática. De hecho, la Comisión ya ha previsto un Fondo Social para ayudar a los colectivos más vulnerables por los cambios. Para echarse a temblar.