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Miles de afganos huyen a Kabul ante el avance talibán

Los talibanes se hicieron ayer con el control de instituciones clave en la ciudad de Fará y controlarían ya siete capitales de provincia, fruto de un incesante avance que arrancó el viernes y que también ha implicado progresos en Mazar-e Sharif, la mayor ciudad del norte del país. Kabul, mientras, comienza a convertirse en un campamento a cielo abierto con miles de afganos que se instalan en parques y descampados tras huir de los combates.


Los talibanes y las fuerzas afganas mantenían ayer fuertes enfrentamientos en al menos 11 de las 34 provincias de Afganistán, en medio de un avance sin precedentes de los insurgentes que ha puesto casi la mitad del territorio del país en disputa o bajo su control. Ayer se hicieron con el control de la ciudad de Fará, capital de la provincia homónima. Cientos de familias huían de un lado a otro de la ciudad para tratar de salvar sus vidas.

Según datos del Gobierno afgano, los combates han desplazado en los últimos dos meses a más de 420.000 personas de 25 de las 34 provincias afganas, la mayoría de ellas de las de Kandahar, Helmand, Jawzjan, Sar-e-Pol, Samangan, Kunduz, y Takhar. La situación es aún más crítica para los desplazados de las zonas rurales que huyeron hacia las capitales provinciales que, posteriormente, cayeron también bajo el control talibán o siguen en disputa con choques armados.

«Ya no podemos brindar asistencia humanitaria en las capitales provinciales donde se producen combates», admitió el portavoz del Ministerio de Refugiados de un país que ya contaba con cinco millones de desplazados internos, fruto de 20 años de conflicto y de la sequía.

Desde que lanzaron su ofensiva a principios de mayo, Kunduz es la mayor victoria de los talibanes. Situada a 300 kilómetros al norte de Kabul, esta ciudad que ya fue conquistada en dos ocasiones (2015 y 2016) por los insurgentes, es un eje estratégico entre Afganistán y Tayikistán. Ayer avanzaban hacia Mazar-i-Sharif, ciudad histórica y centro comercial, y también el pilar sobre el que siempre se ha apoyado el Ejecutivo para controlar el norte del país.

Pese a este notable avance, la Administración estadounidense de Joe Biden ha dejado claro que no cambiará su estrategia: Washington va a mantener su «apoyo» al Gobierno afgano en lo que respecta a la formación militar, pero para el resto son los afganos los que deben decidir su destino. «Se trata de defender a su país. Es su combate», señaló el lunes el portavoz del Pentágono John Kirby.

Grave situación humanitaria

Laura Bourjolly, responsable de Asuntos Humanitarios de Médicos Sin Fronteras (MSF) en Helmand, advirtió de que «la situación se ha deteriorado hasta tal punto que, en algunas ciudades, como Lashkar Gah y Kunduz, las instalaciones médicas están ya en primera línea del frente».

En Lashkar Gah, donde la ONG presta apoyo al hospital de Boost, se están produciendo intensos combates en la ciudad desde hace más de una semana.

Según detalló en un comunicado, «la vida está paralizada y el personal sanitario atiende urgencias médicas, obstétricas y quirúrgicas. Este mismo personal permanece en el hospital para tratar a los pacientes mientras se producen bombardeos, ataques con morteros y con misiles muy cerca del recinto médico. De hecho, el lunes, uno de ellos explotó muy cerca de la sala de urgencias, aunque no hubo víctimas. El fragor de la guerra no permite a los equipos sanitarios parar un segundo y el personal ha mantenido abiertos todos los departamentos del hospital hasta la fecha». En un solo día, realizaron 20 cirugías en el hospital de Boost.

Sarah Leahy, coordinadora del proyecto de MSF en Helmand, remarcó que «las urgencias médicas, los partos y las enfermedades crónicas no se detienen en tiempos de guerra».