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Incompetencia y presupuesto municipal


En la política municipal existen una serie de puntos clave con los que se ponen en práctica los proyectos políticos que un equipo de gobierno determinado, constituido por una o varias fuerzas políticas, presenta para su pueblo. Si tuviésemos que elegir el central de esos puntos, sin duda hablaríamos de los presupuestos municipales.

Si nos ceñimos al significado del concepto, nos referiríamos al documento que explica cómo se gestiona el dinero público durante un año. No obstante, si profundizásemos en el sentido mismo del término, comprenderíamos que aprobar los presupuestos municipales conlleva, junto a la gestión, una determinada forma de ver, entender y hacer política. Lo que tendrá consecuencias en un sentido u otro sobre la población a la que va dirigida este presupuesto.

¿Esto es siempre así? ¿Acaso todos los equipos de gobierno tienen un proyecto político para su municipio? Sin entrar en categorizaciones innecesarias, lo cierto es que la construcción de un proyecto municipal capaz de situar una población concreta en un momento histórico determinado, y prever su proyección sociológica en un periodo de X años, es algo que se encuentra fuera del alcance de muchos actores que hoy por hoy ostentan el poder legislativo.

Para evitar abstracciones y perdernos en la dialéctica, expongo a continuación el caso del pueblo en el que participo como concejal. Con esto pretendo, además de la crítica a unos presupuestos obsoletos antes incluso de su planteamiento, proponer una guía que, entiendo, ayudaría a poder analizar de forma objetiva la aprobación del tema que venimos tratando.

En Muskiz, pueblo gobernado por PNV-PSE con mayoría absoluta desde hace varias legislaturas, se han aprobado el pasado 14 de julio los presupuestos para este año 2021. Sin entrar en la crítica fácil de la fecha tardía para un curso que hace algún mes ha rebosado su ecuador, resulta interesante el motivo por el que lo aprobado no vale para mejorar la vida de su población.

Conviene recordar que, si los presupuestos municipales no son aprobados en tiempo y forma antes de finalizar el año, el curso continúa ejecutándose con la prórroga del proyecto anterior. Es por ello que en Muskiz se ha ido desarrollando la vida con unos presupuestos aprobados en noviembre del 2019, presupuestos precovid-19.

Cualquiera podría comprender que, tras estar sufriendo durante más de un año una pandemia de características globales, con consecuencias económicas y sociales más que visibles, el presupuesto del 2021 diferiría algo al aprobado en el 2019. Al contrario, nos encontramos con un documento prácticamente idéntico. Si bien los ingresos previstos han caído un 5,4% con respecto al curso anterior, es alarmante observar que de 13.258.511,00€ solo el 1.2% (150.000 euros) irán destinados a mejorar directamente la situación de la ciudadanía. El resto, el 98,8 % se divide entre sueldos y empresas privadas.

¿Por qué pasa esto? Porque grupos municipales como PNV y PSE se sienten cómodos impulsados por la corriente del neoliberalismo. Externalizar (privatizar) recursos y servicios estructurales y, sobre todo, no cuestionarse su modus operandi. Al anterior alcalde, ante las críticas, le gustaba afirmar que el pueblo había mejorado bajo su mandato, no obstante, nuestro grupo planteaba la siguiente cuestión: ¿cómo podemos afirmar estar mejorando sin un programa o unos objetivos marcados previamente?

Esto pasa porque se ejecutan acciones sin cuestionarse cómo, por qué o para qué sirven las mismas. Un proyecto, antes de llevarse a cabo, debería plantearse el fin del mismo. En cuanto a los presupuestos municipales, la cosa va más lejos. Es esencial antes de comenzar el debate abrir un proceso que vincule a todos los actores sociales, económicos, culturales y políticos municipales, para plantear y diseñar en consenso la siguiente cuestión: ¿cuál va a ser el pueblo en el que querríamos vivir en X años? Alrededor de esta cuestión deberían desarrollarse otras que estructurasen la perspectiva desde la que se quiere abordar el marco acordado. ¿Por qué quiero vivir en ese pueblo imaginado?

Es aquí donde podríamos plantearnos un debate dialéctico entre las diferentes fuerzas políticas municipales que deberían desarrollar el método de ejecución, para hacer del fin imaginado, algo material. Con esto podríamos evaluar si los presupuestos ejecutados obedecen a los intereses populares o si simplemente son la consecuencia de políticas negligentes o incapaces de hacerle frente a las coyunturas sociales.

El análisis para concluir esta última afirmación es sencillo y podríamos agruparlo en tres puntos que sirven como ejemplo para entender los retos a los que Muskiz, u otros municipios, deberán afrontar en los próximos tiempos:

1. Reto ecológico. Aquí podríamos hablar de las 110 hectáreas quemadas hace tres años, de las cuales solo se ha comenzado a reforestar el 6%, o de la EDAR, la cual sistemáticamente vierte, sin dar explicaciones, fecales a la ría del Barbadun. Entre otros retos pendientes, el presupuesto para medio ambiente se ha visto reducido en un 50% con respecto al curso anterior.

2. Precariedad laboral. El modelo de externalizar servicios estructurales como el SAD (Servicio de Ayuda a Domicilio) conlleva precarizar la vida de los y las trabajadoras y/o a no garantizar el servicio acordado previamente, como ocurre con mantenimiento de parques y jardines. Sin embargo, el presupuesto destinado para el estudio de modelos alternativos a la privatización es de 0 euros.

3. Inseguridad social. En los últimos años, la sensación de inseguridad se ha elevado considerablemente entre los vecinos y vecinas. Esto se traduce no solo en violencia directa entre personas, sino en riesgos de desahucios, incremento de agresiones machistas o inseguridad laboral. Lejos de plantearse cuestiones para resolver este tipo de situaciones que a medida que pasa el tiempo aumentan la crispación y fracturan la cohesión social, el equipo de gobierno no plantea ninguna inversión en cuanto a su estudio.

Si no afrontamos los retos vigentes a los tiempos que corren, si no somos capaces de interpretar las necesidades sociales de nuestros vecinos y vecinas, ¿de qué sirve la labor política? Urgen cambios de modelos políticos, para los que es imprescindible la participación, consenso e implicación de toda la ciudadanía.