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UNA NUEVA «DERECHA LIBERTARIA» PUEDE CAMBIAR EL MAPA POLÍTICO EN ARGENTINA

Un fenómeno nuevo aparece a la derecha del partido de Mauricio Macri, con eje en achicar radicalmente el tamaño del Estado. Es tendencia entre los jóvenes y preocupa tanto al kirchnerismo como a la coalición opositora, de cara a las primarias parlamentarias de mañana. Diferencias con Jair Bolsonaro y Donald Trump.


Una nueva tendencia ha irrumpido en la política argentina y amenaza con quitar votos a las dos coaliciones mayoritarias, el frente peronista que gobierna el país y la oposición que aún no tiene nuevo líder definido. El nuevo fenómeno político y mediático tiene algo que nunca había habido en el país sudamericano: una esencia ultraliberal, «libertaria», como la llaman sus referentes, que pide sin complejos la casi desaparición del rol del Estado.

En las presidenciales de 2019, los «libertarios» ya habían surgido, aunque su éxito fue escaso. Pero en las primarias abiertas y obligatorias de mañana la nueva derecha superará, según todas las encuestas, el 10% de los votos en la ciudad y en la provincia de Buenos Aires, los dos distritos que más escaños reparten y podrían ser clave para la aprobación de leyes en el próximo bienio.

Su peculiaridad es que se autoproclaman claramente y sin pudor de derechas. A diferencia de otras tendencias ultras, como el trumpismo, el bolsonarismo o Vox, ellos no incorporan a su discurso la religión ni hacen apología de las Fuerzas Armadas. Tampoco asustan con la inmigración (en un país fundado por inmigrantes eso nunca ha calado) y tratan de mostrar un perfil moderno, defendiendo la libertad sexual e individual, aunque criticando discursos colectivistas del feminismo o grupos LGBTI. La obsesión de los «libertarios» es la economía y el peso del Estado.

Anarcocapitalista

El referente más notorio del movimiento es el economista Javier Milei, candidato a diputado por la ciudad de Buenos Aires por el partido La Libertad Avanza, hermanado con Avanza Libertad, coalición de cinco partidos minoritarios liberales y conservadores en la provincia homónima, cuya candidatura lidera otro economista, José Luis Espert. Según las encuestas, el primero superará el 12% de los votos, en tanto el segundo acaricia el 10%. Un récord histórico para las opciones de derecha antisistema, apoyado en buena parte por sectores menores de 40 años.

Milei tiene algunos parecidos con el estilo de Trump: verborragia, histrionismo y a veces hasta extravagancia. Su forma de hablar, siempre enfadado y provocador, y su manera de peinarse lo vuelven magnético en las apariciones televisivas.&hTab;

«Creo que hay una combinación de factores y es que hay un hartazgo muy fuerte de la gente con la casta política, algo que con la pandemia se agravó. La corporación política es la que tiene los privilegios y se sirven del poder para oprimir a la gente de bien», explica Milei en conversación con GARA. Cree que los jóvenes lo siguen más que el resto porque «se rebelan contra el statu quo y creen que la rebelión debe ser liberal; ellos llevan menos tiempo expuestos a la maquinaria del lavado de cerebro de la educación pública».

Según el candidato, los problemas económicos de Argentina son «acuciantes y la gente ve que sólo progresan los políticos». Cuando se le pregunta cómo se define a sí mismo, responde: «Soy liberal libertario, anarcocapitalista, en términos filosóficos, minarquista. Creo en la mínima expresión del Estado y que solo debe ocuparse de seguridad y justicia». Entre las propuestas de Milei está la desaparición del Banco Central.

Algo que suele repetir es que el kirchnerismo y Juntos por el Cambio «votan igual» y avanzan sobre la libertad individual y la propiedad privada. «El statu quo es de izquierda y lo natural es la rebelión liberal», señala, y admite que le genera «algunos problemas» su forma de expresarse. Milei es abiertamente antisistema en muchos de los consensos que tiene el establishment político y mediático argentino, cuya élite siempre fue socialmente más liberal y laica.

Para no espantar a los jóvenes, aclara estar a favor de los derechos de las minorías sexuales –se manifiesta tántrico y muchas veces habla de sexo por TV– aunque en contra de las leyes de género, que considera «autoritarias». No quiere que la Iglesia se involucre en política, pero se opone al aborto porque cree que no respeta la libertad individual de las personas. Además, estima que el cambio climático es «otra de las mentiras del socialismo», y durante la pandemia se mostró rotundamente en contra de la cuarentena.

«En los 90 ser rebelde en Argentina era estar en contra del neoliberalismo, ser de izquierda, la derecha era mala palabra. Toda la generación que no vivió tanto los 90 ahora entiende que rebelarse es ser de derecha. Ser de derecha dejó de ser mala palabra y hoy se reivindican como tales, algo impensado hace una década», señala a GARA el politólogo y columnista Pablo Winokur, de la Universidad de Buenos Aires, cuando se le pregunta por este nuevo fenómeno.

Según Winokur, la nueva derecha libertaria es un «fenómeno urbano» que difícilmente se pueda volver mayoritario «por la huella demasiado fuerte que dejaron las derechas en Argentina, la de la dictadura militar y la del menemismo en los 90», aunque sí podrá condicionar el discurso político general como una «minoría ruidosa».

La primera vuelta de las parlamentarias será el termómetro más cabal de la sociedad para con el Gobierno de Alberto Fernández. Los resultados se anticipan adversos y tendrá hasta la segunda vuelta de noviembre para mejorarlos. La Casa Rosada está a siete escaños de la mayoría, pero, por ahora, todo apunta a que los argentinos no le darán al kirchnerismo manos libres.