EDITORIALA

Quieren echar tierra y ensanchan el agujero

Dentro del muy controvertido y no menos accidentado proceso de construcción del metro de Donostia, el último capítulo protagonizado por la UTE Metro Benta Berri añade un punto extra de hilaridad y pone de manifiesto todos los vicios que arrastra el proyecto. Por un lado, el ofrecimiento de indemnizaciones a varios vecinos de la Avenida Zarautz y de la calle Zubieta por los desperfectos causados durante la ejecución de la obra deja de ser un ejercicio de asunción de responsabilidades en el momento en que se pretende que su aceptación suponga la exoneración futura de los promotores y ejecutores, a lo que se añade el hecho inquietante de que al menos alguna de las personas que han recibido la oferta haya denunciado presiones para aceptarla.

Por otro lado, las misivas, a través de las cuales se acepta la relación entre las obras del metro y los daños sufridos en los inmuebles, suponen una refutación explícita de algunas de las cosas que se han afirmado desde el Ayuntamiento en los últimos años. El Gobierno municipal, igual que Euskal Trenbide Sarea, no solo ha negado, por ejemplo, que el desprendimiento ocurrido en la Avenida Zarautz estuviera vinculado a los trabajos, sino que ha dedicado recursos para la elaboración de un informe técnico que de forma poco sorpresiva corroboró su versión. Esta decae sin embargo en el momento en que la UTE ofrece dinero a las personas afectadas por los desperfectos, por mucho que en el documento no se especifique cuáles son.

En su torpeza, el intento por parte de la constructora de acallar posibles reclamaciones, pues parece que es eso y no otra cosa lo que se pretende, acrecienta las dudas sobre el alcance del estropicio causado por unas obras que permanecen empantanadas y que se han tragado no solo una porción del callejero donostiarra sino también parte de la credibilidad de su Consistorio. Se ha querido echar tierra sobre el asunto más espinoso de esta legislatura y lo que se va a lograr es agrandar la zanja entre las autoridades y unos vecinos que necesitan soluciones, no más boquetes.