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SALTA LA POLÉMICA EN OSASUNA

Tenemos que hablar del Chimy

Cisma confirmado y divorcio posible en el caso del Chimy Ávila, que ha trascendido con mucho el ámbito de la hinchada de Osasuna para convertirse en noticia estatal por sus raíces políticas. El club ha dejado pudrirse un asunto que debió abordarse con más claridad.


El caso Chimy Ávila era una bomba con efecto retardado que terminó por estallar en El Sadar cien días después. Efectivamente fue antes del verano, el 19 de junio, cuando se hizo viral su fotografía con una camiseta del líder de Vox, Santiago Abascal, y el jugador pidió disculpas, pero los Indar Gorri no se hicieron presentes en el estadio hasta este pasado sábado (ya con aforo 100%) y recibieron al jugador en el calentamiento con gritos de «Chimy, vete ya».

Entre medio, más de tres meses en el que nadie ha hecho lo debido para apagar el fuego. Algo que empezaba por poner claridad en un asunto que lo demanda, porque a estas alturas todavía son muchas más las preguntas que las respuestas.

¿Es Ávila un ultra o son las malas compañías? La pregunta clave en la raíz de este asunto es si la famosa camiseta con Abascal fumándose un puro, publicada por el propio delantero en sus redes sociales repostando en una gasolinera, es una reivindicación como militante ultraderechista o una muestra de desconocimiento.

El jugador tiene derecho a la presunción de inocencia como cualquiera y su explicación sonó a sincera por contundente: «Hoy metí la pata subiendo a mis redes una foto con una camiseta que ha ofendido a muchas personas. Lo siento. Fue un regalo que me hicieron con una frase con la que me identifico mucho y no pensé que podría tener todas las implicaciones que ha tenido para algunas personas. Ni sé de política, ni me interesa. Mis únicas pasiones son el fútbol y mi familia. No era mi intención ofender y pido disculpas».

En este inevitable juicio público, parece un dato obvio que si Ávila hubiera querido hacer proselitismo de Vox no se hubiera rectificado al día después. Y es conocido en Iruñea que aficiones como los toros le han relacionado con personas de ese espacio político. Así que es posible, y hasta probable, que no utilizara su proyección para impulsar a Vox, sino que fuera él el utilizado.

¿Es un asunto de libertad de expresión? El prisma utilizado por periodistas locales y estatales para criticar los pitos de Graderío Sur es el de la libertad de expresión. Otra gran prostituida, porque muchas de esas voces no se acordaron de evocarla cuando el Granada tomó represalias contra el portero Unai Etxeberria por llevar otra camiseta diferente, esta vez en denuncia del caso de los jóvenes de Altsasu. Las comparaciones son odiosas, por otra parte. Por un lado, la camiseta de Etxebarria denunciaba un atropello a los derechos humanos mientras la de Ávila hacía apología de una fuerza que los ataca. Por otro, el guardameta vizcaíno acabó fuera del club mientras al delantero argentino nunca se le abriría un expediente por ello.

En cualquier caso, la misma libertad de expresión que se esgrime para Chimy Ávila tienen los aficionados de Osasuna para reprocharle que lleve una camiseta de Vox; con conocimiento de causa o incluso sin él.

¿Hay un cisma en la afición? El entrenador de Osasuna, Jagoba Arrasate, se mostró preocupado en la rueda de prensa postpartido contra el Rayo por la división advertida en la afición en torno a este asunto. El domingo, el presidente rojillo, Luis Sabalza, también afirmó que «fue uno de los momentos más desagradables que he vivido como presidente y me duele mucho, porque ayer todos queríamos un día de celebración y creo que muchos nos fuimos con un mal sabor de boca».

Que el asunto divide a la hinchada rojilla es cierto, pero tan cierto como que ya lo estaba antes, como lo ha estado siempre. La pugna entre Indar Gorris y otras partes del estadio es la misma que ocurre por ejemplo entre los tendidos de sol y sombra en la Plaza de Toros en Sanfermines, algo intrínseco a la ciudad y al herrialde. Nada nuevo ni que pueda magnificarse.

¿Tiene remedio el asunto? El problema es político, claro está, pero la solución será futbolística seguramente. En la apuesta del club por no hacer nada para taponar este feo asunto se contó seguramente con que Ávila volvería por sus fueros tras dos lesiones de rodilla enormemente graves. No ha ocurrido de momento; aunque su combatividad no se haya resentido, el rosarino está aún lejos de ser aquel ariete que marcó nueve goles en media Liga a su llegada y al que la lesión truncó seguramente el fichaje por el Barça por 25 millones de euros. No ha conseguido ver puerta todavía y ha pasado de estrella indiscutible a tercer delantero del equipo tras Kike García y Budimir.

Este déficit deportivo está también en la génesis de que la renovación de la que se venía hablando desde casi un año se haya quedado en el cajón, sin que quede claro si Osasuna no confía ya tanto en Chimy o por contra es Ávila quien no tiene claro si quiere seguir de rojillo en estas circunstancias.

Otro punto que hace falta esclarecer, hablando del Chimy; con el Chimy y también con la afición rojilla.