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AZKEN PUNTUA

Artificio


La República francesa puso en órbita este sábado desde la Guyana francesa y en plena crisis energética y social, un satélite de telecomunicaciones militar presentado como «una joya de la tecnología» y «un pilar de soberanía» que ha supuesto al erario público más de cuatro mil millones de euros. Hasta la base espacial de Kourou se acercó el candidato de la izquierda presuntamente insumisa –aunque en realidad jacobina y carpetovetónica– Jean-Luc Melenchon, quien, en un alarde patriótico, se confesó muy emocionado y orgulloso de pertenecer a esa potencia mundial llamada Francia.

Esa potencia obscena capaz de desplazar un pesado y humeante Arianne por los cielos mientras la mitad de los habitantes de esta antigua colonia en territorio sudamericano viven su particular infierno por debajo del umbral de la pobreza. En la metrópoli la cosa esta mejor, pero tampoco para echar cohetes. Por ello, y ante el más que previsible retorno de los chalecos fluorescentes a las calles, el gobierno de Macron, preocupadísimo por la carestía energética, ha optado por lanzar una prima de 100 euros mensuales a aquellos cuyo salario no llegue a los dos mil. Todo un cheque regalo a las puertas de las elecciones presidenciales con el que el candidato a su reelección pretende comprar la paz social. Puro fuego de artificio.