Las trampas al solitario de Urkullu en el Parlamento

El lehendakari Iñigo Urkullu faltó a la verdad ayer en sede parlamentaria al menos en dos ocasiones. Señaló que la CAV fue la primera comunidad autónoma del Estado español en declarar la emergencia climática. No queda muy claro cuál es el mérito de realizar antes que nadie una declaración solemne que no conlleva implicaciones prácticas, pero en cualquier caso, la afirmación no es cierta: Catalunya lo hizo antes. La segunda falsedad tiene más miga. Aseguró que las emisiones de gases de efecto invernadero de la CAV están por debajo de la media. Sorprende el uso de una falsedad tan fácilmente rebatible con documentación oficial. El Instituto Ihobe, dependiente de Lakua, señala que las emisiones en Bizkaia, Gipuzkoa y Araba se sitúan en 8,4 toneladas per cápita, mientras la media europea se sitúa en 7,9.

Urkullu también ha ofrecido datos como mínimo cuestionables en sede parlamentaria sobre la pandemia del coronavirus. Asimismo, negó haber realizado unas declaraciones en defensa de la patronal del metal, cuando lo cierto es que estaban grabadas. No se entiende este recurso a la torpe manipulación de la realidad, a no ser que se base en una creencia ciega en la irrelevancia del debate parlamentario, lo cual es una tremenda falta de respeto al Parlamento y a la ciudadanía que lo elige; o en una confianza absoluta en que una maquinaria comunicativa bien engrasada, ente público incluido, se encargará de elevar su palabra a verdad indiscutible.

El lehendakari, que se ha declarado en más de una ocasión preocupado por las fake news, debería calibrar el daño que su uso de datos falsos puede generar a largo plazo en el debate público, así como en la confianza de la ciudadanía hacia sus instituciones. Más aun sobre un tema delicado como la crisis climática, en la que las mentiras no son sino trampas al solitario. Podemos engañarnos a nosotros mismos, pero eso no va a cambiar la cantidad real de emisiones con las que contribuimos al calentamiento global.