Natxo MATXIN
Interview
MIGUEL ÁNGEL LOTINA
ENTRENADOR

«Mis mejores recuerdos fueron las etapas en Osasuna y Numancia»

Después de cinco años entrenando en Japón, además de otras etapas en la liga chipriota y catarí, Miguel Ángel Lotina (Meñaka, 18-VI-1957) regresa a casa para tomarse un descanso físico y mental. El técnico vizcaino repasa cómo ha sido su experiencia en el país nipón y rememora episodios pasados de su dilatada trayectoria profesional en los banquillos.

Miguel Ángel Lotina se defiende con datos de las «injustas» críticas que recibió en su momento al considerarle un técnico de descensos, analiza cómo es el momento actual del fútbol japonés y reivindica la necesidad de reinventarse para ser profesional de los banquillos.

¿Cómo ha sido su regreso a Euskal Herria?

Pues la verdad es que tenía muchas ganas de volver, de disfrutar del día a día de aquí, con tu familia y amigos porque, a pesar de estar muy a gusto en Japón, este último año se me ha hecho largo. Estaba muy ilusionado con mi trabajo, pero el resto de las horas echaba de menos el contacto con los míos.

¿Le costó mucho aclimatarse al país y a una nueva cultura?

Para nada. Ya había pasado antes por experiencias similares en Chipre y Catar, y Japón es un país maravilloso en todos los sentidos. Para empezar, la seguridad, no hay robos. Otro aspecto a destacar es el respeto hacia los demás y la educación con la que tratan, bien sea en un comercio como en un restaurante, siempre con una sonrisa, independientemente de que compres o no. Eso nos llama la atención a los extranjeros y nos hace sentirnos muy cómodos.

¿Cómo surgió la opción de ir a entrenar a una liga tan lejana como la japonesa?

Tenía buenas referencias de gente que ya había estado trabajando allí, como Azkargorta, y también de otras personas del mundo del fútbol, como Juan Carlos Unzué, que me transmitieron experiencias de amigos suyos.

¿Qué momento vive el fútbol de aquel país?

Están surgiendo muchísimos jugadores porque hablamos de un país con casi 126 millones de habitantes y en el que el fútbol está en pleno auge. Como muestra, decir que al béisbol, que es el deporte principal, el año pasado ya le superaron las fichas de fútbol entre los más jóvenes, que siguen manteniendo el espíritu de jugar en la calle.

¿Y qué diferencias tiene respecto al europeo?

La cultura del respeto también se transmite al fútbol. En mis cinco años allí, en ningún entrenamiento ha habido una lesión por un choque entre compañeros. Los partidos no son tan agresivos como en las grandes ligas europeas y eso se nota en el juego. Los jugadores tienen calidad y son fuertes, pero esa competitividad no existe, a los equipos les falta dar ese pasito hacia adelante. Creo que un conjunto de la mitad de la tabla de LaLiga podría ser campeón allí, mientras que un equipo puntero japonés pasaría serios apuros para mantenerse en Primera.

¿Qué planes tiene? ¿Su idea es volver a entrenar en Japón?

Al día siguiente de acabar con mi último equipo, ya tenía algunas propuestas para entrenar en Arabia, Corea o China. Quiero recalcar que no eran ofertas en firme, sino propuestas, de esas en las que entras en una lista de posibles candidatos al banquillo. A todas les dije que no, porque mi idea es disponer de un año sabático, o puede que lo alargue a dos. Después de eso, si dispongo de salud, sigo teniendo pasión por el fútbol y hay propuestas interesantes, pues regresaré. Si se dan esas tres condiciones, lo más probable es que siga entrenando en Japón, porque me he aclimatado al país, conozco bien su liga y porque mi obsesión es continuar mejorando como entrenador.

¿Y no le gustaría dirigir a algún equipo más cercano, incluso vasco?

Hace ya bastante tiempo tuve tres ofertas de clubes cercanos, dos de Segunda y uno de Primera. No voy a revelar los nombres, pero en ellos había gente con la que ya había trabajado antes. Les agradecí su interés, con dos de modo personal y con un tercero de manera telefónica, pero decliné las propuestas.

¿Acabó muy tocado con el sambenito que le colgaron de técnico desciende equipos?

Aquello me hizo mucho daño, especialmente porque no respondía a la realidad. Siempre digo lo mismo, solo tengo un descenso del que fui responsable, el del Depor, que bajó con 43 puntos y habiendo algunas cosas raras. Si se repasan los números de otros clubes en los que estuve y luego bajaron, mis cifras particulares los salvaban, no eran números de descenso, arrastraban ya un déficit de puntos de quienes estuvieron antes en el banquillo. En algunos casos incluso me pudo el corazón, como cuando me llamó la Real. Hubo gente que me dijo que no me metiese ahí, que era un objetivo casi imposible, pero en mi familia, aparte del Athletic, también nos gustaba que ganase la Real, era uno de nuestros equipos. Afortunadamente, aquellas injustas críticas ya las tengo superadas.

A muchos parece habérseles olvidado que usted ganó una Copa con el Espanyol y les clasificó para la UEFA, hizo lo mismo con el Depor, colocó al Celta por única vez en su historia en la Champions y subió a Primera a Osasuna y Numancia.

Sí, son ciertos todos esos logros, pero las épocas que recuerdo como mis mejores momentos son los pasos que tuve por Osasuna y Numancia, quizás porque estaba empezando, porque era más joven… Allí coincidí con algunas de las mejores personas que me he encontrado en este mundo del fútbol, porque para mí siempre ha sido prioritario mantener una buena relación con tus ayudantes, dejarles su espacio, respetar su trabajo y sacarles la cara siempre. Solo hay que levantar la voz cuando es necesario, si lo haces todos los días, al cuarto ya nadie te hace caso. Tampoco hay que ser blando, hay que buscar un término medio. Como jefe, no quiero reproches, me gustan más las correcciones y buscar soluciones.

¿En qué ha cambiado aquel Lotina que dirigió a equipos de LaLiga hace ya unos cuantos años y la etapa más reciente, en la que ha entrenado a conjuntos extranjeros?

En el uso de herramientas tecnológicas de las que antes no disponíamos. En muchos aspectos, internet es bastante perjudicial, pero para el mundo del fútbol ha resultado un instrumento indispensable de cara a actualizarse. Dispones prácticamente de cualquier información sobre entrenamientos, táctica, datos de todo tipo, casi en tiempo real. Ahora todo se analiza y el fútbol ha cambiado muchísimo en pocos años. En el fútbol están inventados los conceptos, pero los detalles, que es lo que marca la diferencia en los partidos, se trabajan en el día a día. Procuro rodearme de asistentes jóvenes, que son los que mejor saben manejarse con este tipo de tecnología y que te empujan a actualizarte y reinventarte. De lo contrario, estás muerto como entrenador.

Supongo que desde la distancia habrá seguido la trayectoria de los conjuntos vascos. ¿Cómo ve a algunos de ellos?

Destacaría a la Real, que está muy bien porque tanto dirección deportiva como entrenador van de la mano al coincidir en la idea de juego. En eso existe una gran diferencia con respecto al Athletic, algo sobre lo que discuto muy a menudo con muchos amigos que son socios del Athletic y asiduos a San Mamés. Su filosofía es maravillosa y ejemplar en todo el mundo, pero va en contra del fútbol actual y esa situación se acentúa cada vez más. Todos los grandes equipos europeos disponen de un modelo de juego claro e incorporan a sus plantillas jugadores que encajan con él. En cambio, el Athletic no lo puede hacer, tiene que conformarse con repescar todo lo bueno que haya a su alrededor y eso es una diferencia tremenda. Ojo, no estoy diciendo que esté a favor de cambiar de filosofía, pero la realidad actual va en su contra claramente. Por otro lado, Jagoba Arrasate y Braulio Vázquez están haciendo un trabajo tremendo en Osasuna y eso se está materializando en buenos resultados y en un crecimiento constante del equipo y el club rojillo.

El protagonismo de los técnicos vascos ha crecido de manera exponencial durante los últimos años. ¿A qué cree que es debido?

Creo que, en gran medida, es por nuestro carácter que, aparte de darle mucha importancia al trabajo diario, nos hace ser bastante objetivos y disponer de sentido común, una cualidad muy necesaria para saber llevar un grupo y un vestuario. Ahora mismo, disponemos de técnicos vascos de mucho nivel, con proyección internacional y que han entrenado y están entrenando a conjuntos que juegan en torneos de la máxima exigencia competitiva. El nivel de los nuestros no tiene nada que envidiar con preparadores de otros países.