Dabid LAZKANOITURBURU

Putin se apunta un tanto y Biden lo fía todo a la amenaza de más sanciones

El esquema del encuentro entre Putin y Biden, con un corto saludo emitido por la televisión rusa y a través de un canal de comunicación cerrado, y por parte estadounidense desde la ultrasegura Sala de Situación de la Casa Blanca, evidencia el grado de tensión respecto a los cuatro intercambios anteriores desde la llegada al poder del presidente estadounidense en enero de este año.

Poco sabemos y menos conoceremos sobre el contenido de la conversación, como ocurre en todas las cumbres, sean secretas o ultrapublicitadas.

El encuentro en sí es un tanto para el eterno inquilino del Kremlin, quien logra equipararse, siquiera por videoconferencia, al líder de la todavía primera potencia mundial. Ya lo logró en abril pasado tras un movimiento de tropas similar en la frontera con Ucrania.

Y el acento de Biden en las sanciones económicas, más allá del tono de las amenazas, apunta a que EEUU no contemplaría implicarse en una guerra en el este de Europa. Menos en plena pulsión aislacionista en Washington –Siria, Afganistán...–, y cuando centra sus esfuerzos geopolíticos en el Indo-Pacífico (China).

Otra cosa es que Rusia tuviera en mente realmente lanzarse a semejante aventura militar y, en ese hipotético caso, si daría el paso. Ucrania no es la Georgia, aislada en el Cáucaso, de la «Guerra de los Cinco Días» de 2008. Y no solo en términos militares (adiestramiento y armamento de la OTAN) sino geográficos. Y políticos.