GARA
SANTIAGO
GIRO HISTÓRICO EN CHILE

Boric se enfrenta a enormes desafíos para sacar adelante los cambios que promete

Gabriel Boric ganó con holgura en las elecciones presidenciales de Chile, pero con un Congreso fragmentado y sin mayoría tendrá que forjar alianzas y conseguir apoyos mediante negociaciones transversales para poder sacar adelante sus ambiciosas promesas para cambiar el país y acabar con la desigualdad. Las expectativas y los retos son enormes.

El primer paso lo dio el domingo al vencer con holgura al ultraderechista José Antonio Kast en las elecciones presidenciales de Chile. Ahora, al mandatario electo, el izquierdista Gabriel Boric, le espera el reto más difícil: sacar adelante su ambicioso programa para cambiar de raíz Chile. Un plan que refleja muchas de las demandas del estallido social de octubre de 2019 e incluye medidas como aumentar los impuestos a los más ricos y a las grandes empresas, poner fin al actual sistema de pensiones y transformar el sistema de salud y educativo, garantizando su gratuidad y calidad, con la idea de transitar hacia un Estado de Bienestar.

Aunque cuenta con un amplio y diverso equipo técnico, el principal desafío que tendrá que enfrentar el presidente que el 11 de marzo reemplazará a uno de los gobiernos más polémicos de los últimos años, el del segundo mandato de Sebastián Piñera, será lo que ocurra dentro del Congreso, ya que tendrá que gobernar sin mayoría.

A Boric le espera un Senado donde las fuerzas políticas están empatadas y una Cámara de Representantes en la que las fuerzas de izquierda y centroizquierda tienen una ligera ventaja, pero muy dividida entre las distintas facciones y con estrechas diferencias.

Por eso deberá conseguir apoyos a través de negociaciones transversales que deberá realizar bajo fuertes presiones por parte de sus adversarios, pero también de la coalición que le aupó al poder.

En su primer discurso tras su victoria admitió que los cambios que promete requerirán amplios acuerdos, pues necesitan reformas legislativas, aunque dijo verlo como una oportunidad.

Será el momento de mostrar destreza política, porque deberá llegar a acuerdos con otros sectores políticos y además deberá mantener el respaldo dentro de su propia alianza política, en la que conviven bajo el mismo paraguas el Partido Comunista y representantes de la Democracia Cristiana, además de fuerzas de centroizquierda.

Y ese será otro de los retos que enfrentará: conservar el apoyo de las fuerzas más conservadoras de la coalición y de las que se sitúan más a la izquierda. Unas y otras podrían retirarle su respaldo si las reformas que plantea se consideran radicales o si estiman que está haciendo demasiadas concesiones. Por eso, los expertos auguran que deberá demostrar tener el talento de un equilibrista.

En este sentido, será interesante ver los acuerdos a los que llegue principalmente con los partidos de la exconcertación, pues algunos de ellos como la Democracia Cristiana, llamaron a respaldar su candidatura, pero han asegurado que serán parte de la oposición y que los militantes que decidan sumarse al Gobierno de Boric tendrán que renunciar al partido.

En el país con mayor renta per cápita de Sudamérica, pero el más desigual, el futuro Gobierno tendrá poco margen de maniobra para llevar a cabo su ambicioso programa de reformas sociales, que requiere mucho dinero, en un contexto de bajo crecimiento, alta inflación y un presupuesto fiscal ajustado.

Relación con los empresarios

Analistas coinciden en que deberá tranquilizar a los mercados, que reaccionaron negativamente a su victoria. Y también será interesante ver qué relación establece con una clase empresarial que ya ha expresado su «inquietud» ante sus propuesta de aumentar los impuestos y de transformar el actual sistema de pensiones privadas por capitalización (AFP), instaurado durante la dictadura de Augusto Pinochet y que no garantiza las jubilaciones mínimas y reproduce las desigualdades sociales. En esa relación será clave quién esté al frente del Ministerio de Hacienda, cartera para la que suena el nombre de Andrea Repero, una economista moderada que forma parte de su equipo asesor, pero no de la coalición Apruebo Dignidad.

Además, en julio de 2022 se someterá a referéndum el texto de la nueva Constitución que sustituya a la actual, heredada de la dictadura, y que está siendo redactada por la Convención Constituyente formada tras el estallido social de 2019, ya que esta era una de las principales demandas en las calles para acabar con la desigualdad. Si se aprueba, terminará con la privatización de los servicios básicos y con el modelo marcadamente neoliberal instaurado durante el régimen militar, y podría cambiar la forma de gobernar y de distribución del poder en Chile.

Boric tiene por delante un enorme reto ya que sus votantes tienen altas expectativas que podrían verse frustradas si no logra los cambios anunciados.

«Gobernar será muy, muy difícil», pronostica Michael Shifter, del centro de análisis Diálogo Interamericano, en Washington.

«No espero una Convención Constitucional al servicio del Gobierno»

El presidente electo de Chile, Gabriel Boric, afirmó ayer que «no espero en ningún caso una convención partisana, al servicio de nuestro Gobierno, porque no corresponde. La convención va más allá de la coyuntura», aseveró, y agregó que respeta «plenamente» la autonomía de la asamblea y prometió una plena «colaboración institucional con este proceso histórico».

«La democracia la construimos entre todos. Espero que tengamos la voluntad de colaborar con la llegada a puerto de este proceso, que me pone muy feliz y me da una tremenda esperanza», añadió tras la primera cita oficial con la mesa directiva del órgano.

Su presidenta, la académica mapuche Elisa Loncón, señaló que la Convención le abre las puertas a la colaboración institucional «manteniendo la autonomía».