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«Allakuidaos»


A continuación quiero relatar un caso de los muchos que me imagino estarán sucediendo en las familias con menores confinados.

El lunes 13 de diciembre recibimos un mensaje de un positivo en la clase de mi hijo de nueve años, que con el cambio del protocolo, supone el confinamiento de toda la clase a pesar de llevar mascarillas. En dicho mensaje se nos avisa de la necesidad de ir con la máxima brevedad posible a recoger al menor, muchas amas y aitas a esa hora están ya en sus respectivos puestos de trabajo y tendrán que pedir permisos para salir, recoger a la hija o al hijo y llevarlo a casa. Los más afortunados podrán solicitar este permiso, habrá otros que no lo podrán hacer, pero aquí el fin es que cada uno se busque la vida y como dice la canción, «allakuidaos».

Ese mismo día por la tarde habrá familias que puedan hacerse cargo y quedarse en casa, otros no les quedarán opciones y deberán dejar a los menores a cargo de terceras personas (esas a las que hay que proteger) o bien, como ha sucedido, se quedarán solos en casa por periodos nada recomendables de cuatro o cinco horas ante la imposibilidad de recurrir a nada ni a nadie. Pero aquí el fin es que cada uno se busque la vida y como dice la canción, «allakuidaos».

Segundo día confinados con los menores, y comienzan las conexiones online para profesorado que no está del todo preparado, para alumnado que en algunos casos no dispondrá de medios para esa conexión y con un volumen de materia imposible de realizar porque hemos de recordar que la casa no es una ikastola y el entorno de aprendizaje, dedicación y atención en menores de ocho y nueve años no es el mismo. Pero aquí el fin es que cada uno se busque la vida y como dice la canción, «allakuidaos».

Tercer día confinados y recibimos las familias SMS de Osakidetza para recoger los kits de saliva y comenzar el cribado. Citación en el centro de salud a una hora y en muchos casos, al estar uno de los dos responsables del menor trabajando, una vez más deberán quedarse solos en casa mientras la ama o el aita va al ambulatorio, será cosa de diez o quince minutos. Una vez allí, como no hay habilitado ningún espacio para hacer la recogida, se encuentran con colas de hasta treinta minutos de espera ya que todo pasa por el mismo centro de atención, citas médicas, urgencias, solicitud de análisis. Pero aquí el fin es que cada uno se busque la vida y como dice la canción, «allakuidaos».

En definitiva, podría extenderme en situaciones ilógicas que se están sucediendo con los confinamientos de menores pero me gustaría ver publicada esta carta para ver si alguien de esos que toma las decisiones, diseña protocolos y organiza el desorden, se da por aludido y soluciona este desastre en el que estamos inmersos.

El sistema claramente no funciona, no hay medios suficientes porque no se están destinando donde verdaderamente hace falta. Luego nos pedirán aplausos, que no sirven para solucionar el problema. Seguiremos enfrascados en unos protocolos que como he mencionado en esta carta a quien dejan de lado y en situaciones de desamparo es a los menores en primer lugar y a las familias que tienen que hacer malabares para llevar adelante esta situación.

Pero está visto que aquí cada uno se busque la vida y como dice la canción, «allakuidaos».