«Sabemos mucho de la muerte de Kennedy, y muy poco de la de Cánovas, en Arrasate»
Patxi Irurzun vuelve al género histórico con “El tren de los locos”, una novela sobre la caída en desgracia del aristocrático balneario de Santa Águeda de Arrasate y su conversión en siquiátrico tras el magnicidio del presidente español Antonio Cánovas del Castillo en 1897.
Tras la buena acogida de sus novelas sobre el rock radical vasco, Irurzun cambia de registro y recrea en “El tren de los locos”, publicada por Harper Collins, el magnicidio en Arrasate de Antonio Cánovas del Castillo a manos del anarquista italiano Michele Angiolillo y, junto con él, el esplendor y decadencia del famoso establecimiento termal en que tuvo lugar, que en apenas unos meses se convirtió en hospital siquiátrico (el famoso psiquiátrico de Arrasate).
Vuelve al género histórico después de su incursión en el rock radical vasco…
En realidad también se podría decir que “Tratado de hortografía” y “Chucherías Herodes” son novelas históricas, que hacen memoria sobre una época y la reivindican, en este caso los ochenta, el rock radical vasco… E incluso que hay hilos conectores entre ellas y “El tren de los locos”. El anarquismo, por ejemplo. De hecho, escribí esta historia entre medio de las otras dos. “El tren de los locos” es una novela que se retrasó como consecuencia de la pandemia y sale ahora.
¿De dónde surge la idea para esta nueva novela?
La novela tiene dos chispazos iniciales, por una parte está la historia del siquiátrico de Arrasate, su origen, que siempre me había llamado la atención: cómo un establecimiento que originalmente era un balneario muy distinguido al que iban a veranear reinas, presidentes, cae en desgracia como consecuencia del atentado contra Cánovas del Castillo, en 1897, y en menos de un año se convierte en un hospital psiquiátrico (es decir, esta vez no se trataba de construir una historia a partir de un personaje, o un argumento, sino de un escenario, un lugar); y por otro lado, la escena inicial, una idea que me rondaba la cabeza, que era arrancar la novela con ese sonido de una pelota golpeando una pared, tan parecido a un disparo…
Hay dos personajes principales, Maurizia y Xalbador, que son ficticios pero alrededor de los cuales urde toda la trama histórica. Háblenos de ellos.
Cada uno de ellos podría estar relacionado con esos dos chispazos iniciales. Maurizia es una trabajadora del balneario que siempre ha vivido en él, conoce todos sus rincones, sus secretos. Y es además una persona que no ha tenido afectos, en cuya vida los demás siempre han entrado y salido muy deprisa, siempre han estado de paso. En cierto modo, Maurizia es el propio balneario, lo personifica. Y después está Xalbador, su novio, un pelotari, a través del cual nos adentramos en ese ambiente de la pelota, los frontones, por una parte, y por otra, viajamos a ciudades como París, Barcelona, Madrid, conocemos mundos como el de los fotógrafos de muertos, los cafés cantante, la delincuencia…
El viaje de Xalbador nos lleva a los márgenes de la sociedad de finales del XIX, a la periferia de esas ciudades, sus bajos fondos…
Sí, en un momento del libro se dice que la periferia de las ciudades está más cerca de la periferia de otras ciudades que al centro de la suyas propias, y Xalbador, que tras el atentado en Santa Águeda tiene que huir, recorre lugares como los barrios de París, dominados por entonces por bandas juveniles y que, aunque estaban enfrentadas entre sí, tenían un enemigo común: la policía. Xalbador también va a parar a la Barcelona de los bajos fondos, y a una Barcelona prerrevolucionaria, golpeada por la represión brutal contra los anarquistas; o al Madrid de los descampados, el Rastro…
Y los frontones.
También, es la época en que los grandes frontones se ponen de moda, todavía no existía el fútbol, y en las ciudades empiezan a construirse frontones muy suntuosos, el Condal de Barcelona, el Beti-Jai de Madrid, el Jai-Alai de Donostia… pero paralelamente a esto existía otro submundo de frontones más pequeños, como el de La Mañueta de Iruñea.
Volvamos a Maurizia. ¿Diría que es el personaje principal?
Sí, yo diría que ella es alguien que se está preparando para alzar el vuelo, mientras que Xalbador busca lo contrario, tiene un ala herida y necesita un lugar donde posarse. Maurizia, además, aparte de la protagonista del libro, es testigo de primera mano de lo que sucede en Santa Águeda, el magnicidio de Cánovas del Castillo.
¿Esas páginas sobre el atentado son las que más se alejan de la ficción y se ciñen a hechos reales?
Bueno, no deja de ser nunca una novela, yo no soy historiador. Pero sí, es la parte que he intentado describir con mayor rigor histórico: el propio atentado, los últimos días de Angiolillo, su ejecución a garrote vil en la cárcel de Bergara, de la que se conservan algunas fotografías. Buceando en las hemerotecas uno puede llegar al detalle de saber qué periódico estaba leyendo Cánovas cuando Angiolillo le disparó, y hay alguna cosa curiosa, como que en ese periódico hay un folletón de Juan Valera en el que un personaje pronuncia esta frase: “¡Abre paso, tunante, o te levanto la tapa de los sesos!”. Yo, por supuesto, fantaseo con la idea de que Cánovas estaba leyendo precisamente eso cuando recibe el primer tiro.
Para muchos el magnicidio de Cánovas en Santa Águeda es desconocido. ¿Qué destacaría de la figura del político?
Es curioso, porque sabemos mucho sobre la muerte de Kennedy y muy poco sobre el de Cánovas. Respecto a la figura política de este, con señalar que es uno de los referentes de Aznar y la derecha española yo creo que está todo dicho. Cánovas restauró a los Borbones, impulsó el turnismo, que todavía sufrimos, suprimió los fueros vascos, y sobre todo reprimió atrozmente el anarquismo, de hecho, Angiolillo atentó contra él en venganza por las torturas y ejecuciones indiscriminadas que Cánovas ordenó contra anarquistas catalanes tras el atentado del Corpus Christi en Barcelona.
Otro personaje al que retrata con luces y sombras es al Padre Menni.
Es cierto que Menni impulsó la creación de los primeros manicomios en el País Vasco y con una metodología moderna, más humanitaria, pero lo que quizás no es tan conocido es que fue acusado por la madre de una paciente de abusos sexuales, practicarle abortos… y que invirtió una gran cantidad de dinero en lavar su imagen y en el juicio, del que finalmente salió absuelto.
¿A qué se refiere el título de la novela?
El título hace alusión a los trenes especiales en los que los pacientes de Santa Águeda fueron trasladados desde siquiátricos como los de Zaragoza o Valladolid, a donde se enviaba a los enfermos mentales vascos (cuando no se los escondía en ganbaras o cuadras), pues por aquí no había hospitales siquiátricos, hasta que Menni los impulsó. Hay alguna anécdota real y divertida, que yo adapto en la novela, como aquella en la que uno de esos trenes llega a al manicomio de Iruñea (que se llamó, por cierto, Hospital Psiquiátrico Vasco-Navarro), en la que el director pregunta a una de los locos si es epiléptico y él responde que no, que de Cascante.